Liñares encargó un diamante de dos quilates poco antes de su detención

Continuas compras de antigüedades -con una manifiesta devoción por los relojes de sobremesa- sujetas siempre a las obligadas esperas del coleccionista por la llegada de una pieza ansiada parecían caracterizar la vida de Francisco Fernández Liñares, al menos según la versión de un anticuario cuya declaración está incluida en la última parte desvelada de la operación Pokemon.

El hombre asegura que el último encargo del expresidente de la Confederación Hidrográfica fue un diamante de dos quilates, que se quedó sin dueño a causa de su detención. No era la primera vez que el anticuario -un antiguo cartero, ya jubilado y entregado de lleno a su afición a la compraventa de muebles, tallas y otras piezas- se hacía con una joya similar para Liñares, al que dice que regaló un anillo destinado a

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