Las siete bandas hicieron vibrar el casco antiguo con la tradicional tamborrada

Si algo hace vibrar el casco antiguo de Viveiro es la gran tamborrada que desde hace unos años protagonizan las bandas que participan en la Semana Santa. Esta cita, aunque no es propiamente religiosa, congrega a numeroso público, que abarrota la Praza Maior en el espectáculo final, como se pudo ver ayer a pesar de la amenazante tormenta. Son unas 250 personas las que integran estas agrupaciones musicales.

Las siete bandas que participan por orden de las más recientes a las más antiguas, son la de la Misericordia, Naval del Casino, de Mujeres de la Santa Cruz, de las Siete Palabras, del Prendimiento, del Rosario y del Cristo de la Piedad, según enumeró la portavoz de la Xunta de Cofradías, María del Carmen López, Chipe.

Las agrupaciones partieron hacia las ocho de la tarde de distintos los puntos de la ciudad del Landro donde tienen sus sedes y siguieron itinerarios diferentes, «pero cruzando todas as rúas interiores e exteriores do casco histórico», puntualizó Chipe. Para una hora más tarde estaba fijada su concentración en la Praza Maior, repartiendo su entrada por las bocacalles de acceso. «Cada unha espera para entrar polo mesmo orde de antigüidade ó centro da praza», donde tocaron unos minutos de forma individual para a continuación dar paso a la «verdadeira» Tamborrada, que es la música conjunta que realizaron todas ellas ante la mirada de decenas de personas. Finalmente salieron de la plaza, de nuevo por separado, de vuelta a sus sedes.

Aunque la Tamborrada forma ya parte de la tradición de la Semana Santa, su celebración no se remonta a muy atrás. «Foi nesta última década, porque vimos que quedaba o luns sin eslabón, desde o venres que saiu a procesión da Virxe dos Dolores, o sábado que tivemos o pregón e as inauguracións das exposicións, o domingo ca Borriquita e o Ecce Homo, ata chegar ó martes que é o Vía Crucis de Mulleres, quedaba o día no medio sin ningún acto», comenta Chipe. Entonces la Xunta de Cofradías decidió hacer «algo cultural e musical» y resultó que «á xente encántalle, sempre se enche a praza. Ademais non só van os maiores; os nenos de Viveiro disfrutan moito de oir os tambores e as cornetas e eso da lugar á nova semente cas procesións dos nenos, pois van vivindo estas experiencias», apunta.

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