Las joyas ocultas del VII Conde de Lemos

Urna con las reliquias de Santiago (Foto: TOÑO PARGA)
photo_camera Urna con las reliquias de Santiago (Foto: TOÑO PARGA)

El convento de las clarisas de Monforte guarda en su interior las reliquias de más de 300 santos traídas desde Nápoles por Pedro Fernández de Castro y Andrade. Entre ellas hay fragmentos óseos que se atribuyen al apóstol Santiago y restos de sangre que pudo pertenecer a San Genaro o a San Pantaleón.

La riqueza y el poder ostentados por Pedro Fernández de Castro y Andrade, VII conde de Lemos, durante el siglo XVII es visible hoy en día en edificios como el de la Universidad de Nápoles y en las decenas de obras de autores como Góngora o Lope de Vega que de una forma u otra rindieron honores en sus escritos a este noble gallego. Sin embargo, la mayor representación del prestigio alcanzado por el que llegó a ser virrey de Nápoles y presidente del Real Consejo de Indias se encuentra hoy oculta, y casi olvidada por la sociedad, tras las paredes del convento de Santa Clara, en Monforte. En él se guardan con esmero los cientos de cuadros, esculturas y tapices que el gran conde trajo de Nápoles durante los primeros años del siglo XVII y es también este espacio un lugar de descanso para las reliquias, algunas únicas en nuestro país, de más de 300 santos.

La importancia de estas piezas que el noble trajo a Monforte no solo reside en el valor histórico y patrimonial que tienen, también son una muestra de la riqueza que pudo ostentar el conde en aquellos años. Así lo indica la historiadora Manuela Sáez, que dice que a comienzos del siglo XVII la grandeza de un condado se medía en función de sus bienes artísticos. Una valoración que ponía en primer lugar las obras textiles, seguidas de la platería, la escultura y la pintura. Pero, por lo que se refiere a las reliquias, ni siquiera había una forma de cuantificar su valor. Eran algo único y por eso hacerse con ellas ponía al propietario en otra escala.

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