La vida sigue

AL LLEGAR ESTAS fechas de septiembre, cuando acaba el periodo estival, comienza el curso escolar y se retoman las rutinas, acaso más acusadamente que cuando se inicia un nuevo año, parece que es momento de echar la vista atrás, y también de observar como, por decirlo de algún modo, todo vuelve donde solía.

Esta semana, escucho en la radio la noticia de que un ganadero lucense de la localidad de Castro de Rei, creo que era, había adquirido en el mercado nacional de Torrelavega una cabeza de vacuno pujando bastante por ella.

Así cae uno en que los ganaderos que se aplican a su actividad siguen apostando por ella, o lo que es lo mismo, no cunde el desánimo en el mundo rural en estos tiempos dificiles, y aún hay, y estoy seguro que habrá en el futuro, muchos ganaderos que seguirán criando y cebando animales, haciendo transacciones y en suma dedicados a lo que ha sido la profesión de tantos desde siempre. Algunas prácticas cambiaran, pero la esencia de la labor perdurará, y la vida seguirá en el ámbito agroganadero, sin renunciar a la modernidad que implican las nuevas técnicas, pero con apego seguro a la tradición.

Y ya hace mucho que septiembre nos proporciona las consabidas noticias acerca de la celebración de la Diada en Cataluña. Bueno, ya menos consabidas, porque la emoción nacional parece que va alcanzando cotas alarmantes, lo que hará más difícil la conllevanza, sobre todo si la base de un descontento ciudadano que se hace patente, se funda en datos que son inciertos y es alimentado en las nuevas generaciones por unos mensajes escolares que buscan deliberadamente -lo reconocen así las autoridades del área de enseñanza- modelar una sociedad que sea distinta y diferente de la española en su conjunto, parece que con éxito.

Nadie autorizado y con buena plataforma aclara con los pertinentes datos que, por ejemplo un ciudadano afincado en Madrid, recibe menos de los impuestos recaudados en su comunidad que otro que viva en Cataluña. Y tampoco, entre tantos que sería oportuno difundir con insistencia, se incide tan debidamente como sería menester, en el hecho de que Cataluña no recauda suficientemente a través de las cuotas sociales, para satisfacer las pensiones y demás prestaciones que deben atenderse allí.

Pero, pese a quien pese, después del 11 septiembre, también sigue la vida, y a pesar del barullo las verdades no mutarán para convertirse en falsedades, ni estas en aquellas.

Acaso, se echa en falta una vez más, que nadie contradiga constructiva y moderadamente algunos discursos, que así, ganan una credibilidad que no merecen, y de nuevo cabe apuntar que la postura de aceptar ir a remolque de las iniciativas nacionalistas, por disparatadas que sean, se ha convertido en una verdadera cláusula de estilo en la vida pública española.

No obstante, pasará septiembre y la vida seguirá para los que continúen o continuemos por aquí, claro.

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