La verdad trata la dislexia

El ponente, a la izquierda, con su presentador, Manuel Silveira (Foto: Villapol)
photo_camera El ponente, a la izquierda, con su presentador, Manuel Silveira (Foto: Villapol)

Más de medio centenar de personas se reunieron el martes en A Casa das Letras de Ribadeo venciendo a una noche de perros para acudir a una conferencia de Emilio Fernández-Álvarez, uno de los mayores especialistas de toda España en la dislexia. Quedó clarísimo el interés que suscita este problema porque hasta Ribadeo se desplazó gente de Foz, Burela y hasta Viveiro. Entre el público, mucho profesorado, personal vinculado al mundo de la sanidad, afectados por la dislexia, padres de disléxicos y, desde luego, público simplemente interesado.

La exposición de Fernández-Álvarez fue cristalina y sobre sus argumentos flotó en todo momento y de forma propiciada por él mismo la necesidad de desmitificar la dislexia y arrancar de la gente la idea, errónea, que todavía existe sobre ella en una gran parte de los casos.

Y es que en varias ocasiones el ponente, presentado por el jefe de Pediatría del Hospital da Costa, Manuel Silveira, dijo que ser disléxico: «Yo lo comparo siempre con ser zurdo. No es ni más ni menos». Lo decía en el sentido de que precisan que las personas que lo sean necesitan que durante su proceso de aprendizaje esa circunstancia sea tenida en cuenta. Pero que no por ser zurdo, o por ser disléxico, haya que apartarlos o estigmatizarlos.

Tras relatar en qué parte del proceso de aprendizaje se encuentra el origen de la dislexia, Emilio Fernández-Álvarez habló durante gran parte de su intervención de la necesidad de que sobre todo el profesorado esté preparado para diagnosticar un niño o niña disléxico. Pero a partir de ahí, el neuropediatra expuso con toda claridad que es necesario explicárselo al afectado con total claridad con independencia absoluta de su edad «porque no solo están perfectamente preparados para entenderlo, sino que les quitas un peso de encima, porque de repente ellos entienden que no son tontos o vagos, algo que se les achaca muchas veces».

Por eso animó a los padres a hablar abiertamente con ellos para que los pequeños entiendan lo que les sucede.

Escuela

En el ámbito educativo situó otra de las patas del banco que debe servir de apoyo al desarrollo de un correcto aprendizaje en los niños disléxicos.

Reseñó que los profesores, por la propia naturaleza de su trabajo, son los que pueden detectar con una mayor facilidad la dislexia. El ponente indicó que no debe existir un afán porque el diagnóstico lo haga un médico especialista, y abogó porque lo haga «cualquiera, porque yo estoy en contra de los títulos. Conozco psiquiatras que saben muchísimo y dios me libre de ponerme en sus manos».

También reseñó que en el ámbito educativo también es importante que «no se etiquete a los niños como ‘disléxicos’, porque es totalmente contraproducente y no es nada negativo. Si el niño es disléxico, lo es y punto, hay que afrontarlo y tratarlo, pero no esconderlo, porque no es nada malo».

La intervención de Emilio Fernández-Álvarez generó muchísimas preguntas del abundante auditorio, que se mostró interesado porque, entre las cifras que dio el ponente, se expuso que entre un 5 y un 17,2% de niños tienen algún grado de dislexia.

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