La UAD atiende a más de 400 personas por adicciones al año, muchas por tabaquismo

Una parte de los usuarios vuelve al centro burelés después de sufrir una recaída, en ocasiones por dejar el tratamiento
Conchi Abad (derecha), con dos compañeras, en las instalaciones del centro
photo_camera Conchi Abad (derecha), con dos compañeras, en las instalaciones del centro

La Unidad Asistencial de Drogodependencias (UAD) de Burela atiende a más de 400 personas al año -con medias de entre 425 y 450 usuarios- de los catorce concellos que integran el área sanitaria del Hospital da Costa. «Los trastornos adictivos que tratamos son el juego patológico o ludopatía y las adicciones a sustancias legales e ilegales», explica la psicóloga y directora del centro, Conchi Abad, que añade que su trabajo empieza con una primera consulta «de recogida de información para una aproximación al caso y, a partir de ahí, iniciar el tratamiento médico, psicológico y sociológico».

La mayor parte de los usuarios que acuden al centro presentan adicción al tabaco. De hecho de los 180 nuevos casos que se registraron el año pasado en esta unidad, 66 se corresponden con el tabaquismo, «una cifra muy elevada», recalca Abad que indica que el programa para dejar este hábito «está teniendo un repunte en la demanda en los últimos tiempos». También son importantes los adictos al alcohol (44 nuevos casos el año 2015) y a la heroína, con 46 nuevos usuarios el año pasado.

El perfil de las personas que acuden a la UAD varía en función de la sustancia a la que son adictas, pero la mayoría puede caracterizarse como un adulto, varón de entre 30 y 60 años. «Solo un tercio de las personas que atendemos son mujeres», asegura Abad.

TRATAMIENTO. Según explica la directora de la unidad, el tratamiento que se sigue en cada caso depende la sustancia a la que es adicta el usuario: «Los programas más cortos son los del tabaco, en el caso del alcohol y la heroína tienen una duración más prolongada, porque aunque desaparezca el síndrome de abstinencia cuando el cuerpo ya está deshabituado de la sustancia, hay que trabajar en la prevención de la recaída, porque si se exponen a situaciones que les recuerdan el consumo surge el deseo de consumir de nuevo».

Por eso, muchos usuarios no es la primera vez que pasan por el centro. En 2015, por ejemplo, del total de 180 nuevos usuarios, 61 fueron reinicios, es decir, personas que habiendo terminado el tratamiento recayeron en el hábito o bien personas que no llegaron a terminar el proceso. «Estos procesos son muy complejos y en función del momento en el que se encuentre la persona es más fácil que continúe con el tratamiento y vaya bien o que retroceda y lo deje», explica Abad, que subraya que es muy importante que la persona que inicia uno de estos tratamientos tenga argumentos para el cambio, aunque la psicóloga advierte de que el riesgo de recaída «está ahí siempre».

«También se da el caso de personas que repiten, porque abandonaron un hábito y vuelven por la adicción a otra sustancia», explica Abad.

Las personas que llegan al centro pueden hacerlo derivados desde Atención Primaria o de un especialista, pero también pueden hacerlo libremente. «No es un requisito que haya un volante médico», explica la directora, para iniciar un programa de tratamiento en el centro.

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