La tonadillera

España es una tonadilla, una gran tonadilla, con la condena de Isabel Pantoja, Julián Muñoz y Maite Zaldívar. Un triángulo que representa la decadencia y descomposición moral ante el gran altar del ladrillo. La música de verdad, más fúnebre, llegaba desde el FMI. Este país seguirá este año metido en el pozo de la recesión. No se para la caída del Pib. Aumentará el paro hasta el 27%. El empuje verde para el campo y los pastos, que traerá este sol tras las largas lluvias de un invierno que no cesó, no se traduce de momento en brotes verdes económicos. Empezó a sonar desde el Gobierno una tonadilla suave en forma de cierta reactivación. Esas notas ya le habían sonado en los oídos a Zapatero en La Moncloa cuando toda España escuchaba un réquiem de solemnidad. Hay músicas que solo se escuchan en los palacios y en los despachos oficiales. El FMI no ve lo que un español tampoco encuentra: indicadores de que algo cambie para mejor. La música de las fotos, esas que Pachi Vázquez parece empeñado en convertir en luces rojas de neón de acoso político permanente, volvió a activarse con la noticia de una nueva causa de Dorado en el juzgado. Algo más que tonadilla, como un interrogante que rasga en el mejor flamenco, es la música del Banco de España para decidir el futuro como banquero de Alfredo Sáenz. Más que tonadilla, este país continúa como bolero de Tristezas que volviese a llegar desde Cuba. Una tristeza es la confirmación de que el Consello Galego de la Competencia acabe ahora por constatar la larga queja -larga por tiempo e intensidad-, protesta y diagnóstico de los ganaderos: el abuso de la industria sobre los productores. ¡Qué largos son algunos viajes con billete oficial a lo evidente! Desde el mar de Vigo y sobre los tejados de Galicia se oye el nombre de Pescanova y la necesidad de que se clarifique la partitura para que la integridad de la pieza pesquera e industrial continúe siendo gallega, desde la claridad y la transparencia. A pesar de todo, debe haber futuro.

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