La sonrisa turca

SI USTED es una turista española y va a viajar a Turquía será mejor que deje la risa en casa. La sonrisa femenina en público, allí está en vías de extinción. Así lo pide nada menos y nada más que el viceprimer ministro, es decir, el segundo del Gobierno de Erdogan que, además, acaba de ganar las elecciones con mayoría absoluta.

Bulent Antic se llama este adalid de la libertad que considera que «la mujer no debe reír en público». Dice el político turco que «la mujer debe saber lo que está permitido y lo que no» y se pregunta nostálgico, añorando otros tiempos de mayor barbarie y retraso: «¿Donde están nuestras chicas que se sonrojaban ligeramente, bajaban la cabeza y miraban para otro lado cuando las mirábamos?» Dan ganas de contesarle al señor viceprimer ministro que, felizmente, en Turquía son millones las mujeres que ya no bajan la cabeza, que no miran para otro lado y que tienen la convicción de reír donde haga falta con plena libertad. La prueba de ello es que las redes sociales turcas están plagadas de ‘selfies’ con risas de mujeres. Reír es lo primero que debemos hacer ante tamaña ridiculez.

Este señor es uno de los fundadores del partido que gobierna Turuía desde hace años y que lo seguirá haciendo en el futuro según el resultado de los últimos comicios. La formación se llama Partido para la Justicia y el Progreso, AKP, en turco. La denominación parace una broma de mal gusto. ¿Quién tiene la osadía de hablar de justicia y progreso, y prohibir que las mujeres se rían?

Lo triste es que este país que lleva tiempo tocando la puerta de Bruselas para que le dejen entrar en la Unión Europea tenga líderes elegidos en las urnas que parecen más cercanos a los extremistas del Estado Islámico que a los políticos europeos a los que se pretenden homologar.

Lo dramático es que al paso que vamos en el mundo islámico, entre las prohibiciones a que las mujeres conduzcan en Arabia Saudí, la imposición del velo integral en Irak y Siria por el ya citado movimiento integrista EIL o la espantosa posibilidad denunciada por la Onu de que cerca de cuatro millones de mujeres sean mutiladas sexualmente, ya no hará falta que se prohiba la sonrisa: la mujer en el mundo musulman dejará de tener motivos para reír. Parece que en una parte del mundo ser mujer significa avanzar hacia un futuro cada vez más oscuro, oculto y degradante.

Si hoy se prohibe ese gesto que nos define como seres humanos y nos separa de las bestias, ¿cual será el siguiente paso?

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