La sombra de dos colosos

UN POCO más tarde de lo que Javier Tebas quería, pero cayó el récord del legendario Telmo Zarra, un Everest del fútbol español que ha sido cumbre insuperable durante casi 60 años. Ha tenido que ser otro futbolista también mítico, Leo Messi, el primero en hollar la cima. Ahora hay que ver donde la deja, porque años para establecer un registro aún más superlativo tiene por delante el astro argentino del Barcelona.

La marca de Zarra (251 goles en 277 partidos; Messi suma 253 en 289) ya no es la máxima. Y, de seguir así las cosas, en poco tiempo ni siquiera será el segundo mejor registro goleador de la historia de la Liga. El bombardero Cristiano Ronaldo viene a un ritmo demoledor por detrás. 197 goles en 176 partidos nada menos ha conseguido el portugués, que cumple su sexta temporada en el Real Madrid.

Resulta imposible hablar de Messi sin hacerlo de Cristiano. Y al revés. Es normal. Viven carreras paralelas y juegan en los dos grandes del fútbol español, Barcelona y Real Madrid, íntimos enemigos desde hace más de un siglo. Los dos, por encima de todo, tienen una característica que los diferencia del resto, una contundencia sin parangón ante el gol. Como sus equipos, los registros del uno aumentan el apetito del otro en una carrera por encima de los límites lógicos de la resistencia.

Frente a quienes se preocupan de buscarle siempre tres pies al gato, de ver el lado negativo a todos los asuntos, debe prevalecer el momento histórico al que asisten los aficionados al fútbol del momento actual, inmensamente afortunados. Son, somos, unos privilegiados por haber asistido, y lo que queda aún, a la carrera íntegra de estos dos monstruos, sin duda dos de los jugadores más importantes de la historia por encima de épocas y de circunstancias puntuales.

Hay una característica común entre todos los grandes del balompié. Los ves y resultan intemporales. Es decir, uno ve, por ejemplo, al Johan Cruyff de los 70, aquel que deslumbró en el Ajax y el Barcelona, y piensa que ese mismo tipo habría tenido perfecta cabida en el fútbol de hoy. Incluso su aspecto es muy actual. Claro, luego ves a los que lleva al lado y entonces te sitúas en el tiempo. Algo similar pasa con Di Stéfano, Pelé, Maradona, Van Basten, Zidane... Su grandeza es tal que encajarían en cualquier momento del fútbol. También en el futuro.

Pasarán cien años y se hablará aún de estos gigantes. También de Messi y de Cristiano, jugadores míticos ya, pedazo importante ambos de la historia del fútbol. Qué suerte haber podido verlos en directo semana a semana. Y lo que queda.

A McLaren por el atajo de la Zarzuela

Lo dijo el Rey Juan Carlos. Y aunque la credibilidad en estos momentos de personas e instituciones de alto rango no está en su momento más alto precisamente, hay que convenir que lo que dijo el jubilado monarca parece cierto. Todas las piezas encajan. La cuestión es que Fernando Alonso correrá en McLaren el próximo Mundial de Fórmula 1. Se lo dijo el propio piloto al padre del actual jefe del Estado, pero es un secreto a voces desde hace tiempo.

Alonso se ha tenido que tragar su orgullo, a muy buen precio por cierto (cobra unos 30 millones de euros por año, una barbaridad) para volver al lugar de donde salió escaldado hace siete años. Por su parte, la escudería británica recupera el eje de un proyecto ganador que se frustró en pocos meses durante 2007 por cuestiones pueriles, difíciles de explicar y de justificar en el mundo profesional.

Por encima de todo, en la decisión de Alonso y McLaren de intentarlo de nuevo prima un principio pragmático. McLaren necesita ganar. Alonso también. Igual que Honda, que vuelve a la Fórmula 1 seis años después como suministrador de los motores de la escudería de Woking. Cuentan quienes saben de esto que el motor de Honda para el McLaren de 2015, estrenado ayer mismo en Yas Marina, puede estar en condiciones de plantarle cara a los intocables Mercedes. Cuentan que Honda, tras años de inversiones multimillonarias sin resultados con su propia escudería, solo volvería a la Fórmula 1 para competir por lo máximo. Falta les hace a todos, a la escudería británica, a la fábrica nipona, a Alonso y al propio Mundial. No se sabe, aunque se intuye, cómo reaccionaría el público a otro año de dominio arrasador de los Mercedes de Lewis Hamilton y Nico Rosberg.

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