La sarna vazquista de Abel Caballero

A Coruña “es la gran capital de Galicia y sarna para los demás” proclamó Paco Vázquez el día en el que hizo hijo adoptivo de A Coruña a Caballero por la reapertura del aeropuerto de Alvedro.

Viendo llover en Galicia
es el magnífico texto que publicó en El País García Márquez, quien para mí fue por encima de todo el creador de Florentino Ariza, de El amor en los tiempos del cólera. Otro gran escritor latinoamericano, Eduardo Galeano, también nos dedicó una pieza magistral, El Río del Olvido, en el que retrató a Galicia como la tierra de la memoria.

Lástima que en la política gallega predomine la desmemoria y casi se haya olvidado aquel 28 de abril de 1990, uno de esos negros días de fervor tribal, el principal cáncer de este país junto con el caciquismo corrupto y el autoodio. Ojalá tuviésemos más presente la reapertura del aeropuerto Alvedro en la que el doctor en localismo por la universidad de María Pita Paco Vázquez nos deseó sarna al resto de gallegos. Ese recuerdo desenmascararía la impostura del viguismo de Abel Caballero.

Vázquez dijo que A Coruña “es la gran capital de Galicia y sarna para los demás”, según Faro de Vigo, que en primera página titulaba: “El alcalde de A Coruña desprecia públicamente al resto de Galicia”. “Ahora, somos la capital de Galicia y… sarna para todos los demás, a mí no me importa”. Así se transcribían las palabras de Vázquez en un párrafo perdido de La Voz de Galicia.

El coruñesismo de Vázquez inspira las actuales soflamas de un Caballero crecido tras la inexplicada rendición del PP de Vigo. No lo tengo nada claro, pero resulta muy atractiva la teoría de quienes creen que sólo se puede entender el pacto de los populares con Abel como un intento de tapar presuntas vergüenzas conjuntas frente a la operación anticorrupción Patos.

Como artífice de la resurrección de Alvedro cuando era ministro de Transportes Abel Caballero cortó hace 24 años la cinta inaugural junto a su sucesor en el cargo, José Barrionuevo. Ese mismo día Vázquez le entregó el título de Hijo Adoptivo de A Coruña. El portavoz municipal del PP, Augusto César Lendoiro, sostenía la peregrina teoría de que así se lanzaba a Caballero a la alcaldía de Vigo. “Tonterías y mamarrachadas”, respondió Vázquez.

Tras hacer el ridículo como candidato a la Xunta, Caballero no llegó a la alcaldía viguesa hasta el 2007, cuando José Blanco lo rescató, en una de sus mayores pifias. Más grande fue la del BNG que en el 2011 volvió a hacerle alcalde, pese a sus cruzadas antigallegas. Es como si Mas lanzase su desafío soberanista tras ser investido president con los votos del PP. El BNG tendría que haberle exigido al PSOE otro candidato y si no, entregarle sus firmas para una moción de censura con cualquier otro alcaldable.

El caudillo del sur lleva razón en que Vigo tiene un problema de encaje, pero no en Galicia, sino en España, más concretamente en el mapa provincial, como el municipio con más población que no es capital de provincia, según el censo del 2011. Entre esas ciudades sólo hay cuatro que tengan más habitantes que su capital provincial. Talavera de la Reina supera a Toledo en 1,05 veces; Gijón a Oviedo, en 1,2 veces: Jerez de la Frontera a Cádiz, en 1,7 y Vigo a Pontevedra, en 3,6. Ahí está la cuestión que en 33 años de autonomía la Xunta no ha resuelto, al ser incapaz de trazar un mapa coherente de Galicia, en vez de los tropecientos que tiene, sanitario, educativos, forestal, provincial, comarcal, de sus delegaciones…

Vigo es la ciudad más poblada de Galicia y está discriminada. Pero es un delirio presentarla como si fuese Barcelona o Bilbao, cuyas áreas concentran a más del 40% del censo autonómico, porcentaje que no alcanzan las de Vigo y A Coruña juntas.

El inefable Ruiz Gallardón le ha dado nueva munición al caudillo viguista con su reforma judicial, pensada por, para y en Madrid. Engorda así la perniciosa secuela del vazquismo que encarna Caballero, de quien no hay ningún rastro de que protestase cuando su maestro nos deseó sarna al resto de gallegos, vigueses incluidos.

El caudillo del norte, su aprendiz del sur y Norma Duval

La inauguración del nuevo Alvedro tuvo aires de reconquista, tras la rebelión coruñesa contra la natural decisión de fijar la capital en Santiago. Vázquez y Caballero llegaron desde Madrid en el avión de Iberia Martín Alonso Pinzón, con 110 pasajeros, como la vedette Norma Duval, que actuó en la verbena nocturna de celebración. Lo dicho, el aeropuerto de Porto debería llamarse Vázquez Caballero.

Las tensiones en el PP y la ruta de Age hacia el grupo mixto
Al margen del siempre latente conflicto con la dinastía Baltar en Ourense, la principal línea de tensión en el PP de Feijóo se localiza en las relaciones entre sus dos lugartenientes de estilos antagónicos, el vicepresidente de la Xunta y secretario general del partido en Galicia, Alfonso Rueda Valenzuela, y el portavoz parlamentario popular, Pedro Puy Fraga, entre cuyos aliados habituales figura la presidenta del Parlamento, Pilar Rojo, que le apoyó, por ejemplo, en su fallido intento de resistirse al recorte de escaños impulsado por Rueda.

En este contexto, resultó muy llamativo el incidente que se produjo el pasado miércoles en el Parlamento durante una interpelación de la diputada socialista Beatriz Sestayo sobre la reforma judicial que impulsa Ruiz Gallardón. Rueda atribuyó la paternidad de la idea al ahora diputado autonómico del PSOE y antes ministro de Justicia, Francisco Caamaño, a quien Rojo le permitió responder por alusiones. Después, Rueda le contestó, ejerciendo el derecho del Gobierno gallego de intervenir cuando lo desee.

La polémica se produjo cuando la presidenta le permitió a Caamaño volver a replicar, a lo que Puy reaccionó airando, pidiendo la palabra, que no se le concedió y mientras amagaba con marcharse, en desacuerdo con los privilegios otorgados al exministro, de los que no suelen disfrutar otros diputados cuando son aludidos en los debates.

“No entiendo nada, Puy y Rojo se enfrentan en público por Rueda, del que son adversarios comunes”, comenta desorientado un dirigente del PP. Puede tratarse de un chispazo anecdótico o de la expresión de tensiones más profundas en la cúpula popular. De momento, el incidente le sirvió a Pilar Rojo para reafirmar su autoridad ante las protestas de su grupo, el PP, frente la imagen de parcialidad ofrecida en otras sesiones plenarias.

Pero la gran cuestión en el PP sigue estando en cuánto tiempo va a aguantar Paula Prado como portavoz del partido, después de sus incesantes escándalos en Pokémon, operación en la que ahora también aparece involucrado su marido. La ineficacia de la desnortada oposición la va salvando, pero para el PP el mayor problema reside en que es la directora de la campaña europea.

En la oposición sigue abierta la crisis en el grupo de Age, tras la marcha de Carmen Iglesias al mixto. Ahora el problema se localiza en la incómoda posición de la diputada de Vigo Consuelo Martínez, que pertenece al sector de Anova enfrentado con Beiras, después de oponerse a presentarse con IU a las europeas, como decidieron los militantes en un reñido referéndum. Tras la votación, Martínez se quejó de su situación en una reunión de Age. Su malestar mostró el riesgo de una posible marcha al grupo mixto, una amenaza que casi dos meses después no se ha concretado. En la dirección de Anova confían en que se quede y en que no se escinda como sí han empezado a hacer parte de los críticos. 

Ayer,  Consuelo Martínez asistió al mitin del griego Alexis Tsipras en apoyo a Age, lo que indica que de momento no se va. Si se acabase marchando, Age bajaría a siete escaños, como el BNG. Y en el mixto, Iglesias, que era de EU, se vería obligada a compartir sus prebendas con una nueva compañera nada afín. El mixto sería Age bis.

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