La restauración da esperanza a las aldeas

Al menos una decena de aldeas de la provincia de Lugo han sido rehabilitadas en las últimas décadas o están en obras para ponerlas en valor. El objetivo es atraer turismo y revitalizar zonas deprimidas.

La recuperación de núcleos del medio rural no ha logrado fijar población. Por el contrario, la emigración continúa a localidades más grandes y la situación crítica que vive el sector agroganadero todavía acentúa esta tendencia.

El municipio de O Courel se sitúa a la cabeza en lo que a núcleos rurales rehabilitados, con tres, los de Seceda, Froxán y O Mazo. En esta última aldea, por el momento sólo se ha rehabilitado una casa, pero el proyecto sigue en marcha.

Las pioneras en la rehabilitación fueron las aldeas de Seceda y Froxán, a principios de los años 90 del pasado siglo por iniciativa de la Xunta, invirtiéndose en cada una de ellas 400.000 euros.

Además de revitalizar la zona también se perseguía acabar con el feísmo urbanístico que se estaba introduciendo en la zona con la utilización de materiales como el bloque de hormigón, aluminio o prefabricados.

Con estos objetivos, la Secretaría Xeral para o Turismo de la Xunta puso en marcha un programa de actuación, escogiendo entonces las aldeas de Seceda y Froxán, y se inició una actuación pública con la intención de crear los atractivos necesarios para convertir cada uno de los núcleos en un recurso cultural y turístico.

La Xunta intervino en los espacios públicos existentes para así potenciar la rehabilitación futura de las viviendas privadas, fomentando la participación de los vecinos que tuvieron a su disposición subvenciones y ayudas públicas. Las actuaciones contaron con el respaldo de la Administración y la asociación Río Lor.

La red viaria de los pueblos fue restaurada con piedra propia de la zona, se arreglaron ‘eiras’, la iglesia y el lavadero público, así como las fuentes. También se instaló una nueva red de alcantarillado y suministro de agua, un sistema de tratamiento de aguas residuales y se colocó alumbrado público. El proyecto fue supervisado por la Dirección Xeral do Patrimonio Cultural, para asegurar su integración en el entorno.

Como complemento a la actuación urbanística, ambas aldeas fueron declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de valor etnográfico.

Dos décadas después, las actuaciones llevadas a cabo en ambas aldeas han dado sus resultados en lo que a revalorización se refiere y en el atractivo turístico, aunque no a la hora de fijar población. Los vecinos se implicaron y fueron muchos los que rehabilitaron sus viviendas, pero también gente que había emigrado decidió aprovechar la ocasión, arreglar su casa y ponerla a la venta.

«Os fins de semana e, sobre todo, nos meses de xullo e agosto hai moita xente. Compraron casas persoas de moitos puntos de Galicia e, incluso, de Madrid, pero só están habitadas seis vivendas todo o ano», comenta un vecino de Seceda, aldea en la que varias casas, rehabilitadas o no, tienen colgado el cartel de se vende.

En Froxán, donde el número de casas rehabilitadas es considerablemente inferior al de Seceda, se ha creado una casa de turismo rural, la de A Aira.

También en O Courel, se está terminando de rehabilitar la aldea de O Mazo para turismo rural y ha recibido una subvención de 237.000 euros de la Xunta.

El Gobierno autonómico también ha concedido una ayuda de 346.000 euros para restaurar el pueblo de O Busto, en A Pobra de Brollón, que está llevando a cabo un nacido en la localidad que vive en Bilbao.

Otro ejemplo es el de Míllara, en Pantón, recuperada por un grupo de empresarios coruñeses, que disponen allí de su segunda vivienda.

En A Fonsagrada fue restaurada San Pedro de Neiro; en Navia de Suarna, Curruxedo; en el municipio de Lugo, Mazoi, y en Palas de Rei, la antigua aldea de Albá, destinada al ecoturismo.

Otro caso es el del núcleo de Vilar, en Mondoñedo. Esta aldea comenzó a ser rehabilitada por los alumnos de la escuela taller, pero la Xunta no renovó las ayudas para este programa de formación laobral y en estos momentos la obra está parada.


LISARDO VILELA, vecino de Seceda:
 
«Veñen moitos autobuses desde todas partes para visitar o lugar»
Lleva toda su vida en Seceda y valora mucho la recuperación de la aldea

Lisardo Vilela tiene 79 años y lleva toda su vida viviendo en el pueblo de Seceda, en el municipio de O Courel. Es un testimonio claro de cómo ha cambiado esta localidad de la montaña lucense. «Hai décadas había moita xente nesta aldea, pero, pouco a pouco, foron emigrando e agora só quedan seis casas habitadas todo o ano».

Sin embargo, reconoce que a partir de la década de los 90, con la recuperación del pueblo, la situación ha variado notablemente. «Agora, sobre todo as fins de semana e no verán, veñen autobuses de todas partes de Galicia e incluso doutros puntos de España para visitar o pobo», asegura este vecino.

«Moitas das casas foron compradas por xente de fóra, algúns de Pontevedra, pero tamén os temos de Madrid. O que pasa é que só veñen en verán e as fins de semana longas», explica Lisardo.

Este vecino calcula que en el pueblo hay 37 casas, de las que seis están habitadas por vecinos y una veintena han sido restauradas por familias procedentes de otros lugares de Galicia y España.

Lisardo no cambiaría Seceda por ningún otro lugar. «Aquí teño o que necesito e, sobre todo, vivo tranquilo», asegura.

El médico, al que visita frecuentemente porque está discapacitado, lo tiene en Seoane o Folgoso do Courel, ambas villas situadas a unos 18 kilómetros de Seceda.

Además, los vecinos del pueblo cuentan con todo tipo de suministro para su alimentación. Todos los días sube el panadero y también se les abastece a domicilio de otros productos como los congelados y cualquier alimento que se encontraría en un supermercado.

«Eu nacín e vivín aquí toda a vida e esto transformouse completamente. Antes era moito peor», señala el septuagenario.


JOSÉ MARÍA DEL RÍO, v
ecino de Bilbao:
«Yo me trasladaría a vivir aquí por la tranquilidad que se respira»
Está casado con una natural de Seceda, donde pasa temporadas

José María del Río es vecino de Bilbao, pero está casado con una natural de Seceda y pasa temporadas, cuando el trabajo lo permite, en la sierra de O Courel.

«Yo me trasladaría a vivir aquí sin pensármelo mucho», asegura este bilbaíno. Lo que más valora José María «es la tranquilidad que se respira en el pueblo. Parece que aquí ni ladran los perros. Es maravilloso, sobre todo cuando llegas acostumbrado al ajetreo de las grandes ciudades». Además, valora la arquitectura tradicional de O Courel. «Paréceme unha boa idea que declarasen Seceda como BIC, porque esta cultura arquitectónica no puede perderse».

Su mujer, sin embargo, Silvia Touzán, que es natural de Seceda pero vive en Bilbao, no lo ve así. «Esto está muy lejos de todo. Hace falta el coche para cualquier cosa y, por el contrario, en las ciudades tienes todo lo que necesitas a mano. Yo no cambiaría Bilbao por la aldea, aunque reconozco que es un lugar idílico para pasar temporadas, pero vivir es otra historia».

Del Río hace hincapié en que la situación ha variado mucho desde que se restauró el pueblo. «Nos pusieron en el mapa y, ahora, son muchos los autocares llenos de personas de lugares muy distantes que vienen a visitar el pueblo», afirma.

El único problema que le ve es que en la zona hay muy pocas o nulas salidas laborales. «Lo peor es el trabajo, porque aquí o te dedicas a explotar ganado o tienes que ir a trabajar a las canteras. Otro trabajo es prácticamente imposible de conseguir», aduce.

En cualquier caso, José María insiste en que «la tranquilidad no tiene precio».


ESTHER MARTÍNEZ, v
ecina de Seceda:
«Fai falla buscar unha fórmula para crear postos de traballo na zona»
Está satisfecha con la restauración, pero cree que faltan empleos

Esther Martínez es vecina de Seceda y asegura que le gusta vivir en este pueblo entre montañas. Sin embargo, reconoce que subsistir en la aldea es cada vez más difícil.

Vive con su marido y sus padres ancianos y se queja sobre todo de que no hay trabajo. «Fai falla buscar unha fórmula para crear postos de traballo na zona, porque do contrario cada vez quedamos menos persoas nas aldeas e cada vez de maior idade», señala.

Su esposo trabaja en las canteras de pizarra, abundantes en la zona, y sus padres cobran las correspondientes pensiones de jubilación.

«Menos mal que o meu marido trae un soldo para a casa, porque do campo cada día se sacan menos cartos e non dan para vivir», asegura. La situación es tal que «eu, para pagar o meu seguro e poder cobrar cando sexa vella, teño que botar man das pensións dos meus pais e iso non me parece lóxico».

Por lo demás no se queja y reconoce que la rehabilitación del pueblo ha traído a mucha gente, «sobre todo as fins de semana». «A xente da cidade que vén a miúdo valora especialmente a natureza e a tranquilidade que se respira no pobo. Aquí non hai coches nin ruídos e vívese mellor».

Por otra parte, tampoco echa mucho en falta las comodidades de las ciudades o villas. «Periodicamente veñen cos suministros de pan, peixes, conxelados e froita. Non nos falta de nada», aduce.

«Ademais, co coche poñémonos enseguida en Folgoso ou Seoane. Agora as cousas non son como antes», señala.


JOSÉ ANTONIO FERNÁNDEZ, n
atural de Froxán, pero vecino de Madrid:
«A restauración foi boa, pero non evita que a xente siga emigrando»
Se queja de que la recuperación de la aldea no haya traído más vecinos

José Antonio Fernández nació en Froxán, pero tuvo que emigrar a Madrid para buscar mejores condiciones de vida. Ahora vuelve a sus orígenes cada vez que su trabajo se lo permite y lamenta el progresivo e imparable despoblamiento que sufre la zona.

Mientras recoge higos de un árbol, cuenta que «a recuperación do pobo foi boa», pero lamenta que «non parou a emigración da xente nova a vilas máis grandes ou as capitais». En este sentido, hace hincapié en que «se venderon algunhas casas a xente de fóra, pero só veñen en vacacións ou as fins de semana».

En su opinión, sería preciso crear fuentes de empleo para que los jóvenes puedan quedarse en el pueblo. «Se non se fai, isto non ten futuro por moito que se arreglen as vías e algunhas casas».

Elena López es otra de las vecinas que vive todo el año en Froxán. Indica que en la actualidad hay entre ocho y diez casas habitadas y que otras fueron vendidas a personas que residen en distintas ciudades.

«Aquí o problema é que non hai medios para vivir. A agricultura e a gandería, que sempre foron o sustento desta zona, xa non son o mesmo e tampouco dan diñeiro para vivir. De feito, na actualidade só hai unha familia que ten gando, e para iso só ten catro vacas», argumenta.

Además también lamenta el progresivo envejecimiento de la población. «Agora mesmo só temos un cativo no pobo e algúns mozos, que tarde ou cedo acabarán índose. Os demais somos xente de mediana idade e, sobre todo, maiores», señala.

En cualquier caso, se muestra contenta de poder vivir en la aldea de Froxán y dice que «a tranquilidade que se respira aquí non se paga con todo o ouro do mundo». 

PROYECTO
Muras contará con una aldea etnográfica

El Concello de Muras incrementará su oferta de turismo rural en el 2012, con la rehabilitación de una aldea destinada a este fin.

Con el proyecto, Muras no sólo pretende promocionar el municipio y dar opciones de trabajo a los vecinos, sino que pretende ser un punto de lanza para toda la comarca de A Terra Chá e, incluso, para Galicia.

Agencias de viajes

El alcalde de la localidad, el popular Isaam Alnagm, asegura que desde que se dio a conocer el proyecto, varias agencias de viajes de Madrid o Barcelona, por ejemplo, ya se han interesado por la iniciativa.

El proyecto tiene como objetivo promover el turismo en una zona que pertenece a la Red Natura y generar empleo en el municipio.

650.000 euros

Este es el presupuesto con el que contarán las obras, procedente íntegramente de los fondos de compensación medioambiental de la Xunta, conocidos popularmente como el canon eólico.

En cuanto a la generación de puestos de trabajo, se calcula que el proyecto podría crear más de una veintena de empleos.

Comentarios