Veinte años han tenido que pasar para poder ver construida la piscina de Sarria. Dos décadas de continuos avatares que concluirán en las próximas semanas con la entrega al Concello de esta infraestructura, pero que todavía habrá de superar un último e importante escollo: la falta de climatización. Desde distintos sectores de la sociedad sarriana reclaman ahora una solución para no nadar en aguas frías, lo que en términos económicos se traduce en unos 300.000 euros, para los cuales todavía no consta financiación.
La piscina fue una de las promesas electorales de las últimas cinco legislaturas y acuñó algunas de las frases más célebres lanzadas en Sarria en campaña electoral. «Queremos una piscina olímpica y no una pileta», proclamaba el candidato a la alcaldía Pablo López en las municipales del año 2007.
Pero la historia de esta infraestructura comenzó ya mucho antes. Primero se contrató un ambicioso proyecto del que nada más se supo, aunque algunas fuentes sostienen que terminó ejecutado en un municipio pontevedrés. Después vino el cambio de ubicación de la piscina, inicialmente proyectada en As Insuas y más tarde trasladada a la zona de O Chanto por obra y gracia del plan de encauzamiento de los ríos Sarria y Celeiro. Y, entre medias, hubo una denuncia en el juzgado por la permuta forzosa de los terrenos, que salpicó a tres miembros del gobierno y que quedó archivada.
