La piel del oso

EN LAS postrimerías de su último mandato, el anterior presidente de la Diputación de Lugo amenizó algunas ruedas de prensa realmente entretenidas. A diferencia de su sucesor, comparecía todos los viernes del año, salvo causas de fuerza mayor, para comentar los asuntos tratados en la junta de gobierno. Bien es cierto que en la recta final de su etapa al frente de la institución, muchas veces despachaba las materias abordadas en el salón de comisiones del Pazo de San Marcos en unos pocos minutos. Finalizada la explicación sobre la gestión ordinaria, llegaba puntual a su cita el ‘capítulo de maldades’. Lo bautizó así el propio Cacharro Pardo. En realidad, esa segunda parte de su intervención semanal era bastante más divertida que la primera. Una especie de cajón de sastre en la que tenían cabida los temas más variopintos. Comenzaba con un repaso a las noticias aparecidas en prensa durante los siete días transcurridos desde su anterior comparecencia. Normalmente, esa revisión de lo publicado en letra impresa iba trufada de disquisiciones, interpretaciones mordaces y estacazos a la oposición. En alguna ocasión, de forma más habitual cuando supo de su marcha, el punto de mira se desviaba incluso hacia objetivos insertados en las propias filas populares. Cuerpo a tierra que vienen los nuestros.

El caso es que en alguna de esas postreras ruedas de prensa como presidente de la Diputación, Francisco Cacharro aprovechó la ocasión para avisar al que había sido en los últimos años su principal azote político desde la oposición socialista. Vino a decirle que si no andaba fino, ese trabajo de desgaste que había realizado como portavoz provincial no iba a abrirle las puertas del despacho presidencial en el Pazo de San Marcos. No porque el PP fuese a conservar el gobierno de la institución que él había dirigido durante veinticuatro años, sino porque su propio partido ya estaba pensando en otro candidato por si, llegado el caso, sonaba la flauta electoral. De hecho, con cierta causticidad, llegó incluso a reivindicar los derechos sucesorios de Manuel Martínez. «La tierra para quien la trabaje», comentó, al tiempo que pegaba con los nudillos en la mesa del salón de comisiones. No daba puntada sin hilo.

Curiosamente, casi ocho años después, fue el propio Martínez quien vino a decirle a la portavoz del PP, Elena Candia, que a lo mejor tampoco ella sería la candidata de su partido para presidir la Diputación Provincial en los próximos comicios locales, que están a la vuelta de la esquina. Aunque suene a tópico, es una evidencia que la vida da muchas vueltas de Dios. Y más en política. Caen leches como panes y, normalmente, son de ida y vuelta. Das y recibes, recibes y das.

Lo cierto es que, a la espera de que la propia Elena Candia defina públicamente su postura y hable de sus aspiraciones a corto plazo, ahora ya conocemos la «disponibilidad» de la actual delegada territorial de la Xunta, Raquel Arias, para optar a la presidencia de la Diputación de Lugo. Su paso al frente, de forma tan notoria, ha cogido a algunos con el pie cambiado y, en cierta medida, ha venido a animar un ambiente preelectoral que hasta ahora era bastante aburrido. Puso de manifiesto que existen como mínimo dos sensibilidades dentro de la formación política que gobierna Galicia. Al menos en esta provincia. Parece evidente que una persona con su experiencia en las entretelas de la política no se atrevería a mover semejante ficha en solitario. Además, sin que nadie le hubiese preguntado por ello, afirmó que el «Partido Popular es un partido unido y seguirá siendo un partido unido». Excusatio non petita, accusatio manifesta.

A río revuelto, ganancia de pescadores. Por eso, el gobierno bipartito ya ha sacado la caña. También por ese mismo motivo, el secretario general del PP de Lugo, José Manuel Balseiro, reiteró que en este momento no toca ese debate. Bregado como está en la fontanería de partido, recordó que la piel del oso se vende cuando el bicho está cazado y, de momento, ni siquiera se ha abierto la veda. Tiempo habrá para los tiros.

Anotaciones a pie de página
La plataforma que defiende la implantación de los servicios pendientes en el Hula prepara su viaje a Santiago. Sus portavoces han anunciado que habrá una «amplia representación» de los colectivos que piden esos servicios en el debate de la ILP que el PP ha tuneado con sus enmiendas. Es palmario el cabreo entre sus promotores. Se sienten engañados. Un texto respaldado por 41.000 lucenses y aprobado inicialmente por unanimidad en el Parlamento no necesita anotaciones a pie de página que modifiquen su significado.

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