La obsesión de la mujer que vive desde hace un mes en el Hula es no quedarse sola nunca

No estar sola. Esa es la obsesión de la mujer que vive en el Hula desde hace un mes a pesar de no padecer ninguna patología que justifique su permanencia en el hospital.

Su necesidad de compañía hace que la mujer tenga trato constante con todos los pacientes ingresados y con los familiares que se ocupan de ellos. «Todo el mundo la cuida y está pendiente de ella. No estorba a nadie, pero nadie entiende esta burocracia que hace que una persona que no puede estar sola y que no debe estar en el hospital siga aquí, que aún no se le haya dado plaza en una residencia», contaba ayer desde el hospital una de las personas que tiene trato habitual con la mujer.

Este lucense se deshacía en halagos hacia el trato que el personal del Hula da a la mujer. «La duchan, la cambian y le dan de comer todos los días», explicaba esta persona.

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