La nueva Semana Santa

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SOY DELEGADO de El Progreso en A Mariña. Y esta semana pasada cometí un error gravísimo. Más bien un olvido. No hice un reportaje de los que más me gustan. Los que amagan con representar un experimento sociológico, de esos que hacemos en los periódicos y que provocan sonrisas condescendientes de los profesionales, con toda la razón del mundo. Lo que se me olvidó es hacer un reportaje llamando a algunas tiendas de ropa con un objetivo muy concreto: comprobar si los niños de estas generaciones siguen siendo víctimas de aquella costumbre consistente en estrenar ropa el domingo de ramos.

En mi casa siempre se aprovechó para renovar eso que mis padres y abuelos llamaban la ‘ropa de los domingos’. Luego se ajaba y pasaba a ser de diario, hasta que descendía un peldaño más y se convertía en la que ponía cuando iba a jugar, a la tierra o a andar por el monte. Hasta que acababa por consumirse o no servirme si daba un estirón, algo que en mi caso concreto sucedió con escasísima frecuencia. Como no hicimos el reportaje no puedo asegurarlo, pero sospecho que sí, que un porcentaje amplio sigue haciendo estrenar a sus niños tal día como ayer.

También estaría bien hacer un censo de asistentes a las procesiones, todas con nombres de lo más piadoso excepto una que me llama la atención: ‘Encuentro del Crucificado con su Madre’. Es algo cruel para mi gusto, pero desde luego es literal. Llevan la cruz justo hasta el lado de la Virgen y allí representan alguna ceremonia con toda seguridad heredada de algún mito más antiguo.

Tengo por casa alguna foto de la Semana Santa en Ribadeo en los años 20. Está clarísimo que en lo que se refiere a Ribadeo, la cosa retrocedió. Una auténtica multitud asistía a aquellas procesiones. No digo que ahora no haya gente, pero aquello era otra cosa. En esto hay algo que me llama la atención: la gente que va a a misa a diario. Es decir, si a las procesiones señaladas va tanta gente, ¿por qué se van vaciando las iglesias lenta pero inexorablemente? Si esperan la respuesta, dejen de leer aquí mismo, porque no tengo la menor idea.

A mí me gusta el baloncesto y voy en Ribadeo siempre que puedo. Si solo fuese cuando voy a ver al Madrid, repetiría ese mismo patrón: una vez al año. Poco me parece.

Conste que apoyo a quien va a diario, o una vez a la semana. Es útil creer en algo firmemente. Es como ser ateo. Pero exige una fe a prueba de balas de la que carezco por completo.

Luego hay casos. En A Mariña tenemos uno que se enmarca entre los dos o tres mejores de Galicia, es el de Viveiro. Cuando cubrimos la Semana Santa de Viveiro me asombro siempre. No puedo distinguirlas de esas otras fiestas similares en pueblos o ciudades de Andalucía, particularmente creo que en Sevilla, o puede que Granada, no estoy seguro. Esas en las que la gente se agolpa para ver una talla de una Virgen en concreto y hay unos disgustos colosales si llueve o pasa algún contratiempo. En Viveiro son cientos y cientos los que participan desde dentro. El propio exalcalde, Melchor Roel, poco dado a cosas de santos y vírgenes, claudicó y aparecía por algunas de esas magníficas representaciones religiosas, y no me extraña. No haberlo hecho hubiese sido un ejercicio de funambulismo político totalmente irracional.

También hay otro aspecto que me llama la atención de este fenómeno religioso, y es que se haya transmutado en un fenómeno turístico. No me cabe en la cabeza que alguien se vaya a ver procesiones a otro sitio dejando desasistidas las de su propio pueblo. Pero está clarísimo que funciona. En Viveiro el cartel de ‘no hay localidades’ se cuelga todos los años, de modo que eso demuestra una vez más que los caminos del Señor, efectivamente, son inescrutables.

Aunque no sea para ver procesiones, estas fechas sí se convirtieron con el paso del tiempo en una época básica para la hostelería. Son muchos los de este sector que me comentan que esos días los aprovechan a fondo, porque mal que bien todo el mundo viaja. O casi todo el mundo. Porque al fin y al cabo son unos pocos días y a lo mejor luego en verano no van a poder hacerlo por lo que sea, así que aprovechan estos que pueden hacerlo. También comentan que, como son pocos, normalmente la gente se lo puede permitir, cada uno dentro de sus posibilidades. Me parece algo bastante plausible.

En todo caso, dentro de un año prometo intentar dar respuestas a alguna de estas preguntas. Como mínimo a lo de los estrenos de ropa en domingo de ramos.

EL GUSTO ♦ Una época tranquila para la Banda de Ribadeo

AMADORES DA Música, la entidad que impulsa la Banda Sinfónica Municipal de Ribadeo, renovó directiva. Está bien. La Banda ribadense arrastra tras de sí una historia trágica, con varias muertes tremendas de por medio y momentos de máxima convulsión debido a algunos directores, uno en concreto, que salió rana. La concejala de cultura, Mari Luz Álvarez, agradecerá una directiva dispuesta a trabajar y que, como parece que así es, no tenga ánimo belicoso. Pero si ella lo agradecerá, mucho más lo harán los ribadenses, siempre particularmente orgullosos de esta formación musical.

EL DISGUSTO ♦ Frustrada una maniobra de lo más pícara en Foz

ESTA SEMANA se frustró una maniobra política de Unifoz que era, como mínimo, rebuscada. Jaime Cancio planteó al PSOE la posibilidad de que elaborasen unos presupuestos ‘participativos’, que luego el gobierno municipal (del PP) llevaría a pleno para que se votasen, aunque no fuesen los suyos. Una maniobra de viejo zorro de la política de Cancio que dejaría a Castiñeira de haber salido adelante a un paso de la dimisión, porque no lo quedaría otra salida. Pero finalmente Rosa Pérez y los otros miembros del PSOE la frustraron y la cosa no salió adelante. Hubiera sido otra muesca en la convulsa vida política de Foz.

(Publicado en la edicion impresa de El Progreso el 14 de abril de 2014)

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