A muralla de Monforte é un emblema sen plan para a súa rexeneración

La magnitud del conjunto monumental precisa de una gran inversión, ante lo que las administraciones dilatan su rehabilitación. Los vecinos del área medieval realizan obras de limpieza en diversas épocas del año, en una zona donde cada vez hay más residentes
Estado de la Rúa Santo Domingo, tras un desprendimiento
photo_camera Estado de la Rúa Santo Domingo, tras un desprendimiento

Los monumentos más llamativos de la ciudad del Cabe están a la vista de cualquier persona, pero hay otros que tan solo pueden ser apreciados si uno se sitúa a pocos metros de ellos y en lugares determinados. Sucede con la muralla medieval que rodea el monte de San Vicente del Pino, una fortificación de la que quedan varios restos, como algunos torreones, pero que precisa de una actuación decidida. Es preciso recuperar zonas destruidas, asentar ciertas áreas caídas y completar otras de las que no queda ningún resto. A lo largo de la historia fueron muchos los saqueos que sufrió la muralla. En algunos casos, sus piedras fueron utilizadas para hacer simples muros de delimitación de fincas o construcciones de todo tipo sin ningún pudor.

Los distintos gobiernos locales hicieron pequeñas obras de mantenimiento, aunque hubo épocas en las que fue sacrificada parte del monumento para construir los actuales accesos hasta el antiguo cenobio de los monjes benedictinos, convertido en parador de Turismo. El ejemplo claro del corte que se le dio en ese caso a la muralla está en la zona del Campo da Virxe y en el ramal que baja hasta la zona de la Rúa Santo Domingo. A pocos metros hacia abajo se aprecian los restos de la muralla unidos al muro de contención de la subida a San Vicente. Curiosamente es una parte donde hay continuos desprendimientos de los restos de la antigua fortificación y que hasta algunos vecinos tratan de frenar con la colocación de piezas de madera, como tablas, vallas o incluso palets. Otros también instalan indicadores para que los turistas no se pierdan por el área y limpian varios de los múltiples senderos que hay por el monte.

Las primeras labores de puesta en valor empezaron en la pasada década de los ochenta con la eliminación de varias casas adosadas

Sin embargo, no todos son destrozos. Gobiernos locales, como por ejemplo el dirigido por el fallecido Celestino Torres, estaba empeñado en la compra de las casas y otras construcciones unidas a la muralla, como por ejemplo en la zona de la Rúa Santo Domingo, donde se demolieron varias edificaciones, se compraron algunas fincas donde incluso había un viñedo y huertas, además de ser puesto en valor el torreón, a finales de la pasada década de los ochenta, donde estaba una de las primeras cárceles municipales. Hoy esa estancia de la muralla es utilizada por asociaciones como la de hosteleros y comerciantes.

La liberación de las casas en Santo Domingo conllevó varios problemas porque buena parte de los cimientos de las viviendas eliminadas estaban integrados en los muros. Aunque se hicieron asentamientos en las bases, fueron insuficientes. En 2001, las lluvias provocaron que gran parte de la muralla se desplomase sobre la Rúa Santo Domingo, la dejase bloqueada e incluso afectase a casas deshabitadas.

La recuperación de ese entorno supuso una inversión de 200.000 euros. No obstante, en un principio se liberó la calle de los escombros y fueron apuntalados los restos de la muralla, al igual que las construcciones particulares, unos soportes que no fueron eliminados hasta pasados cinco años. A partir de entonces continuaron las intervenciones en el área y se rehabilitaron las calzadas de algunas calles, pero no fue hasta la llegada del gobierno del nacionalista Severino Rodríguez, cuando se decidió poner en valor partes emblemáticas como la terraza del torreón, que con el paso del tiempo se deterioró y provocaba filtraciones. Se regeneró la calle que sube desde el torreón y la parte de la muralla que continúa hasta la torre de Santo Domingo, la Rúa Pescaderías, donde se configuró un mirador hacia la ciudad.

Algunas áreas de esa zona, como la propia cumbre de la muralla, están abiertas al público, pero no las terrazas de los torreones. Están bloqueados con rejas porque en ocasiones, sobre todo los fines de semana, varios jóvenes se reunían en esas zonas para hacer botellón. Al pasar esas concentraciones siempre aparecían destrozos en los tejados de las casas que hay en la Rúa Santo Domingo, lo que provocaba críticas del vecindario. A pesar de que se cierran las partes altas de los torreones de esa zona, en otras está abierta la muralla y por ello continúan registrándose botellones y desperfectos en los tejados. Ante la situación, los vecinos piden más vigilancia policial por las noches, en especial los fines de semana.

Otra de las importantes obras del anterior gobierno fue la regeneración de toda la Rúa Falagueira, una calle que en la Edad Media era la principal de la antigua ciudad amurallada.

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