La más privilegiada de las procesiones

La Santa Cena volvió a reforzar el vínculo de la ciudad con el Santo Sacramento, que tuvo que sarlir en manos del obispo porque el cáliz no pudo ajustarse con garantías a la mesa del paso
La procesión fue muy seguida durante todo el recorrido
photo_camera La procesión fue muy seguida durante todo el recorrido

La procesión de la Santa Cena salió este jueves en una tarde excepcionalmente cálida y luminosa, muy adecuada para el lucimiento de una cofradía, la Sacramental de la Santa Cena, que tiene como seña el hábito claro. En el último momento fue necesario realizar un pequeño cambio en el guión habitual de este desfile, en el que tradicionalmente el Santo Sacramento sale sobre la mesa en torno a la que se representa la Última Cena, sin embargo este jueves fue portada por el obispo.

El ritual comenzó este jueves, como todos los años, con la colocación del cáliz donado a la catedral por el obispo Baamonde en el año 1461 sobre el paso, pero no fue posible ajustarlo con suficientes garantías de asegurar su estabilidad, por lo que fue descendido de nuevo para que el obispo lo llevara en sus manos bajo palio.


Este desfile religioso tuvo este año un significado más especial, si cabe, por la renovación de la indulgencia plenaria


A lo largo de su recorrido por la Praza Maior, la procesión fue seguida de forma continua por los fieles. El acto tuvo en esta ocasión un significado más especial, si cabe, pues a finales del año pasado la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede renovó la indulgencia plenaria cotidiana y perpetua para la catedral lucense, una condición excepcional ligada al privilegio que ostenta la basílica lucense desde tiempo inmemorial de la exposición permanente del Santísimo Sacramento en su capilla mayor. Para ganar la indulgencia es necesario cumplir las condiciones requeridas y visitar el Santísimo.

En este acto religioso del Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, se refuerza el vínculo de la ciudad con una de sus señas de identidad, el Santísimo Sacramento, una imagen que figura en su escudo y que ha propiciado que se la conozca como ciudad sacramental.

La procesión partió del atrio de la catedral encabezada por una representación de la Adoración Nocturna Femenina con su estandarte y, unos pasos atrás, la insignia de la Adoración Noctura Sección Española portada por varios de sus miembros.

A continuación, desfiló la banderola de la cofradía Sacramental de la Santa Cena —en la que figura la leyenda 'Aquí profesamos firmemente este misterio de fe'—, llevada por algunos de sus integrantes más jóvenes. La hermandad, que no usa capirote, también hace referencia a su razón de ser con un bordado de la custodia y el Santísimo Sacramento en la manga de su hábito blanco crema. Varias decenas de miembros seguían a continuación con velones en sus manos.

Le seguía el paso de la Última Cena, flanqueada por varias cofrades y engalanada con composiciones de rosas blancas y pandemonium. La imagen escenifica el encuentro pascual de Jesús con los apóstoles en torno a una mesa sobre la que va un templete de plata cincelada que, en otras ocasiones, acogía el cáliz con la Sagrada Forma. este jueves, la copa sagrada desfilaba en manos del obispo, Alfonso Carrasco Rouco, que poco antes cumplió con otro ritual tradicional del lavatorio de pies durante la ceremonia religiosa que tuvo lugar en la catedral.

A continuación, procesionaron los representantes de la Junta de Cofradías y los munícipes. En esta ocasión, participaron la alcaldesa de Lugo, Lara Méndez; la concejala de economía, Ana Prieto; el portavoz del gobierno, Miguel Fernández; la concejala de bienestar, Ana González Abelleira; y el edil de educación, Manuel Núñez. También tomaron parte los ediles populares Antonio Ameijide y Manuel López y la portavoz de Ciudadanos, Olga Louzao. Cerraba la comitiva la banda de Lugo, cuya sección de viento y percusión resaltó la solemnidad del acto.

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