La marca 'rural' busca su sitio

Juan Carlos Porcel y Manuela Saiz.
photo_camera Juan Carlos Porcel y Manuela Saiz.

El sector del turismo rural se prepara para una campaña veraniega que no se presenta muy halagüeña. La crisis empezó a pasar factura hace dos años y desde entonces la situación ha ido a peor. Una oferta más variada y amplia pone a prueba el ingenio de los hosteleros, que luchan por conservar su hueco en el mercado.

Prueba de este tesón es el caso de Linda Machado. Ella y su marido, ya fallecido, fueron pioneros en el sector no solo en la provincia de Lugo, sino en Galicia. Torre Vilariño abría sus puertas en 1990 en la Ribeira Sacra, dando paso así a un tipo de turismo que pronto se convertiría en un motor importante en la economía gallega.

El matrimonio había visitado varias casas de turismo rural en Asturias antes de embarcarse en su aventura, que todavía continúa. En su caso, ya tenían lo básico: una casa. Esta era una herencia familiar que se remonta a 17 generaciones anteriores y que dio cabida a nueve habitaciones abiertas a los amantes de la naturaleza.

Como casi siempre, los comienzos fueron duros. Así lo recuerda Linda, quien asegura que sus primeros clientes eran extranjeros. En la zona apenas se conocía este tipo de turismo, hasta que la Xunta de Galicia decidió promocionarlo y, en solo tres años, Torre Vilariño estaba a pleno rendimiento. «Funcionaba tanto en invierno como en verano. En los meses fríos venían sobre todo gallegos, mientras que en verano llegaba gente de todas partes», asegura. Ahora, la crisis les pasa factura. Esta Semana Santa tuvieron la casa llena, pero solo durante dos días: «Las estancias se han acortado». Y de cara al verano nada está claro. «Hace años, seis meses antes ya tenías la mayoría de las reservas cerradas. El teléfono no paraba de sonar», suspira, un recuerdo que comparte su hija, Susana García, quien la ayuda en el día a día del negocio.

Con la crisis, el tipo de oferta para el turista también ha variado. «Teníamos caballos, pero tuve que deshacerme de ellos. Ahora el huésped puede pasear en bicicleta, disfrutar de una ruta en catamarán, hacer senderismo y también gestionamos el servicio del balnario de Augas Santas», explica. A lo largo del año ofrecen variedad de paquetes vacacionales. Se trata, en definitiva, de agudizar el ingenio para atraer a aquellos viajeros que todavía siguen optando por el turismo rural.

La última en abrir sus puertas

Frente a la casa de turismo rural más antigua de Galicia está la última en abrir sus puertas en la provincia de Lugo. Os Tres Teixos se halla a escasos metros de la playa de Barreiros. Los encargados de gestionarla, Manuela Saiz y Juan Carlos Porcel, llevaban mucho tiempo siendo usuarios del turismo rural y decidieron vivir la experiencia desde el otro lado de la barrera. Así que el verano pasado hicieron las maletas y le dijeron adiós a Madrid, huyendo de la gran ciudad y con la única idea de cambiar de vida. Galicia, y en concreto A Mariña, siempre les habían atraído, así que decidieron alquilar esta casa que ya estaba rehabilitada. «Ampliamos un poco el proyecto inicial, pero las inspecciones ya estaban pasadas, así que teníamos parte del camino andado», cuenta Manuela.

Es pronto para hacer balance, aunque este matrimonio reconoce que está siendo peor de lo esperado. «No pensábamos que en invierno iba a ser tan difícil que llegara algún huésped. Hay casas de turismo rural aquí en Galicia que cierran desde noviembre hasta marzo y lo entiendo, porque los gastos son muchos frente a unos beneficios muy pequeños», explica esta hostelera. Ahora ya tienen alguna reserva, sobre todo para los meses de julio y agosto: «Principalmente de familias con niños, que vienen buscando descanso, playa y huyendo de lugares masificados y de mucho calor».

Para todos sus huéspedes, este establecimiento rural tiene una amplia oferta de actividades: desde turismo de aventuras hasta rutas guiadas por un asesor botánico, fines de semana activos con cursos de fotografía, alfarería… Todo tratando de salir adelante en un momento tan crítico. Las nuevas tecnologías también son un plato fuerte en la oferta de Manuela y Juan Carlos. «Además de red wifi en toda la casa, también para los más pequeños hay consolas en las zonas comunes, un sistema de música muy avanzado... Nuestros clientes reclaman este tipo de cosas», puntualizan.

Desde la playa

Muy cerca de Os Tres Teixos está Casa do Merlo, ubicada en San Miguel de Reinante. Su historia se remonta al siglo XVII cuando, aun siendo una casa de labranza, era la más señorial de la zona. Sus actuales propietarios, Javier de Burgos y Alina Ciu tampoco son gallegos, pero decidieron dejar su tierra manchega para emprender una nueva vida en una zona que ya conocían.

La casa ya había estado regentada anteriormente por otros propietarios, pero Javier decidió darle un nuevo aire. De las cenas frías pasaron a una cocina más elaborada y pronto tuvieron que poner a prueba su ingenio para ampliar la carta de actividades. «El cliente del turismo rural busca que la estancia vaya acompañada de algo más. Suele estar interesado en conocer el patrimonio cultural y paisajístico de la zona y por eso hay que facilitarle el camino», asegura. En este sentido, Casa do Merlo ofrece desde actividades acuáticas como buceo, pesca, piragüismo o surf hasta parapente y espeleología, además de diferentes rutas de senderismo, entre otras. Entre las más solicitadas están la recogida de setas, las actividades gastronómicas o la posibilidad de que el cliente pueda crear su propio bonsai.

Todavía es pronto para hablar de la temporada de verano, pero Javier ya se da por satisfecho porque el puente de mayo lo tiene completo. Él, por encima de todo, es optimista cuando se refiere al futuro del sector, aunque reconoce que este pasa por atraer al público extranjero. «En la zona de A Mariña hemos creado una asociación, Aturmar, con la que ya estuvimos presentes en la Feria de Berlín. Hemos contactado con varios touroperadores para que visiten la zona», asegura.

O Courel

Alejado de la costa, en plena montaña de O Courel, se ubica la aldea de turismo rural O Mazo. Su propietario, Suso Fernández Villarabid, se muestra orgulloso de una ambiciosa obra que le llevó, hace unos años, a rehabilitar toda una aldea abandonada. Primero empezó por comprar una casa sin otra pretensión que la de arreglarla, hasta que el que había sido alcalde de la aldea lo convenció para que la comprara toda. Nacía así un proyecto que se hacía realidad en mayo del pasado año. «El 70% de los turistas que optan por disfrutar de estos pequeños apartamentos proceden sobre todo de la costa de Pontevedra y acuden con la intención de disfrutar del paisaje de O Courel y de sus rutas de senderismo, además de la gastronomía», afirma.

Este empresario entiende que la crisis está pasando factura no solo al nivel de ocupación, sino también al tipo de actividades que pueden ofrecer estas casas de turismo rural, que se ven obligadas a hacer sus ‘recortes’. «Lo que no puede faltar nunca en un lugar como este son las nuevas tecnologías, sobre todo cuando se trata de estancias que superan la semana. Hay mucha gente que tiene que combinar su tiempo de ocio con el de trabajo y en esto, si no estás al día, estás perdido», concluye.

EL 57% DE LOS ESPAÑOLES ELIGE EL TURISMO RURAL

El turismo rural sigue siendo la opción elegida por el 57% de los españoles, según el estudio ‘La radiografía del viajero rural 2013’, elaborado por Top Rural, que recoge además que el 82% de los españoles ha modificado sus vacaciones por la crisis.

Frecuencia

Uno de los datos más llamativos del informe es que el 35% de los viajeros afirma haber reducido su número de escapadas, 11 puntos porcentuales más que el pasado año. La frecuencia y la estancia media de los viajes rurales en 2013 también han disminuido, pasando de 3 a 2 salidas al año y de 3 a 2 noches de media.

Precio

Es el factor que más importa a los turistas de cara a decantarse por una casa u hotel rural. En 2013, los viajeros rurales gastaron una media de 59 euros por persona y día en el alojamiento, frente a los 42 euros que afirmaban gastarse el año anterior.

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