La insuficiencia cardiaca

DESDE HACE un tiempo me ahogo al andar…

La sensación de ahogo, fatiga, cansancio o dificultad respiratoria al realizar esfuerzos como pueden ser subir cuestas o escaleras, andar deprisa… puede ser el síntoma inicial de múltiples patologías.

Pero si además se acompaña de piernas o tobillos hinchados, distensión abdominal, dificultad para respirar acostado precisando colocar varias almohadas para dormir, necesidad de levantarse rápidamente a la ventana por sensación de ahogo… es probable que usted padezca un cuadro de insuficiencia cardiaca.

La insuficiencia cardiaca es una patología cada vez más frecuente en nuestro medio, debido en parte al envejecimiento de la población. La media de edad en los países desarrollados es de 75 años.

Tradicionalmente se define como una alteración en la estructura o función cardiaca que hace que el corazón no sea capaz de aportar el oxígeno suficiente a los tejidos. Es decir, el corazón no consigue bombear la sangre al ritmo que necesita nuestro cuerpo.

Como consecuencia aparecen los síntomas: al fallar el corazón se acumula líquido en el pulmón, «se encharcan los pulmones» y da lugar a la sensación de ahogo o dificultad para respirar tanto al andar como acostado, o incluso en reposo.

Se acumula también líquido en el hígado, en las asas intestinales, puede dar una sensación de «estar hinchado» con aumento en el perímetro abdominal, se puede notar por ejemplo al poner el cinturón, una falda o un pantalón, queda más apretado.

Se acumula líquido en las zonas más declives del cuerpo que suelen ser las piernas, empezando habitualmente por los tobillos pero pueden llegar a las rodillas e incluso, en casos severos, hasta los genitales. Todo esto que supone «retención de líquidos» se va a traducir en un aumento de peso en poco tiempo.

Pero al no llegar sangre de forma adecuada al resto de órganos se pueden asociar otros síntomas como cansancio, mareos, confusión…

Si presenta alguno de estos síntomas, debe ser valorado por el cardiologo para considerar este diagnóstico. Tras una valoración clínica (síntomas y exploración física) se realizará también una analítica sanguínea, un electrocardiograma y una radiografía del tórax.

En algunas ocasiones, con ayuda de estas pruebas, puede ser suficiente para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento. Sin embargo, habitualmente se recomienda la realización de un ecocardiograma.

El ecocardiograma es una prueba similar a la que se realiza en el seguimiento de las embarazadas, pero en lugar de ver el feto, se ve el corazón. Es esta una prueba segura, no invasiva. No emite radiación ya que utiliza ultrasonidos y se puede repetir cuantas veces sea necesario.

Es una prueba muy útil, ya que podemos ver en directo el movimiento del corazón desde distintos ángulos: podemos identificar zonas que no se mueven, o se mueven mal, como consecuencia de un infarto de miocardio previo o una enfermedad del músculo cardiaco, podemos ver cómo se mueven las válvulas.

En el corazón hay cuatro válvulas, son como puertas que se abren y cierran de forma automática con el ritmo cardiaco permitiendo que la sangre pase de una cavidad a otra y así avance.

En ocasiones las puertas se estrechan dificultando el paso sanguíneo y hablamos entonces de estenosis (la más frecuente es la estenosis aórtica); en otras ocasiones el problema es que no cierran y la sangre vuelve atrás, hablamos entonces de insuficiencia valvular (la más frecuente, la insuficiencia mitral) o identificar anomalías congénitas, tumores, etc.

Actualmente no se concibe una consulta de cardiología sin una ecocardiogafía. El disponer en la propia consulta de esta tecnología permite al cardiólogo establecer un diagnóstico más preciso y también elaborar un tratamiento más personalizado.

En general, se recomienda una dieta sana, pobre en sal y grasas de origen animal, evitar el sobrepeso y no abusar del consumo de líquidos durante los episodios de síntomas. Las recomendaciones de ejercicio físico dependen de la causa y de las características personales de cada paciente. Se aconseja la vacunación frente a la gripe y al neumococo.

El iniciar un tratamiento correcto cuanto antes ayuda a aliviar y controlar los síntomas, en ocasiones evita la necesidad de ingreso hospitalario y además mejora el pronóstico aumentando la supervivencia.

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