En un viaje perfecto en la mejor máquina del tiempo, la historia volvió al presente y los visitantes del castro de Viladonga al pasado. Entre romanos y castreños, el museo cobró vida y los ancestros convivieron con los curiosos que quisieron participar en la Noite dos Museos, una cita que busca que «o patrimonio non se entenda como algo estático» porque, como dice el director del museo, Felipe Arias, «non só é para ver e mirar, tamén para gozar». Y sus palabras fueron órdenes.
Niños, jóvenes y mayores disfrutaron de una jornada cargada de actividades. Pese al frío y la lluvia, que tampoco faltó en esta cita entre el pasado y el presente, el castro volvió a ser de los castreños, que camparon a sus anchas entre las antiguas piedras de Viladonga, pese a que los romanos no dejaron de pasear por sus murallas y recorrer los caminos.
