La historia de Samos hecha a mano

El municipio de Samos fue un centro alfarero hasta hace unas seis décadas, pero todavía quedan restos de esta actividad, como los hornos. Hoy se conservan cinco de estas construcciones en las que los artesanos cocían sus piezas de cerámica, una tradición que un grupo de amigos busca recuperar y poner en valor.
Integrantes del grupo de amigos por la recuperación de la alfarería
photo_camera Integrantes del grupo de amigos por la recuperación de la alfarería

LAS MANOS de vecinos del concello de Samos moldearon durante siglos piezas de cerámica, una tradición que desapareció hace ya seis décadas, aunque en el municipio quedan huellas de ese pasado alfarero: los hornos en los que cocían sus obras.

En el ayuntamiento se conservan cinco de estas construcciones, las cuales son recuperables, mientras que de otras solo hay restos, explica Hixinio Flores, quien forma parte de un grupo de amigos para la recuperación de la alfarería samonense. Además, es autor, junto a Orlando Viveiro, del libro 'Formas tradicionais da cerámica popular de Samos' que publicará la Diputación Provincial de Lugo. Se espera que pueda ver la luz en septiembre u octubre, cuando está previsto que se lleve a cabo una nueva hornada de piezas de cerámica en un horno de Roxofrei, en la parroquia de Santa María de Loureiro.

En esta construcción se cocieron hace un mes 50 obras, que fueron elaboradas por los alumnos de un taller de alfarería tradicional, impartido por el artesano Lolo de Anseán en el año 2014 en el monasterio benedictino de Samos, en el marco de un convenio entre la Diputación Provincial de Lugo y el Ayuntamiento. A raíz de ese curso se recuperó el horno de Roxofrei, el cual llevaba cerca de un siglo sin utilizarse. Es propiedad de la Casa Vila y su último alfarero fue Pedro Marón Pérez.

También se conservan otras de estas construcciones en el mismo núcleo de Roxofrei, así como en las localidades de Vilamelle, Lamartín o Romelle. Además, habría otros en Loureiro, Vilaceite o Lamas, los cuales desaparecieron, según recoge la publicación sobre la cerámica de Samos.

CARACTERÍSTICAS.  Los hornos tienen una serie de particularidades que los diferencian de los empleados en los otros tres centros alfareros de la provincia de Lugo (Mondoñedo, Gundivós y Bonxe). Se encuentran integrados en los alpendres de las viviendas y cuentan con dos arcos y forma abovedada. Presentan dos cámaras, una de cocción y otra de combustión.

De estos hornos salían las piezas que luego se vendían en ferias de la zona, como en Lóuzara y Castroncán, en el mismo ayuntamiento samonense. También se comercializaban en el mercado de A Esfarrapa, en la parroquia lancaresa de Cedrón, según explica la publicación sobre la cerámica que se espera que pronto vea la luz.

Este libro también describe los tornos utilizados por los ‘cacharreiros’ del municipio. Estaban conformados por dos piezas circulares de madera unidas por un eje. Una de ellas estaba cerca del suelo y el artesano empujaba con su pie, mientras que en una pieza superior, de menor diámetro, elaboraba la obra. Sin embargo, existen dudas sobre dónde se creaban algunas cerámicas, como los barreños de gran tamaño, ya que por sus dimensiones parece difícil elaborarlos en estos tornos.

De estas máquinas salieron ollas, barriles, barreños, cuencos y todo tipo de piezas. Apenas quedan muestras: una de ellas se custodia en el Museo de Lugo, cerca de 30 en el Museo do Pobo Galego y la mayoría se encuentran en manos de coleccionistas privados. Para elaborar estas obras los artesanos utilizaban barro procedente de Vilaceite, núcleo ubicado en la parroquia samonense de Santa María de Loureiro.

HISTORIA. Hay constancia de que esta tradición alfarera en el ayuntamiento se remonta al menos al siglo XVIII. Se conserva un recipiente en el que se puede leer la inscripción «Franco. ontto. Gómez me fecio en Samos en 18 de agosto del año 1706». Otras piezas también cuentan con leyendas, en las cuales solo figura la fecha, que las sitúa en el primer tercio del siglo XVIII.

Según explica la publicación sobre la cerámica samonense, que pronto verá la luz, la alfarería se desarrolló en diversos puntos enclavados dentro del antiguo Couto de Samos, lo que lleva a pensar que sus inicios pueden estar relacionados con el monasterio.

Esta tradición terminó desapareciendo en los años 50 del pasado siglo. Manuel María de Capón, ‘O Capón de Lamartín’, y Antonio Barreal, ‘O Cacharreiro de Romelle’, son los últimos artesanos de la cerámica de Samos, cuya memoria buscan recuperar ahora este grupo de amigos de la alfarería del municipio y ponerla en valor.

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