La Guardia Civil ya no es cosa de hombres

La agente Marta Mallo lleva poco más de dos meses en el departamento de Atestados de Monforte pero hace nueve años que ingresó en el cuerpo de la Guardia Civil. Para los ciudadanos se hace raro ver a una mujer en esta profesión pero ella defiende que el cuerpo es mucho más permeable de lo que parece y que siempre se sintió igual al resto de sus compañeros.

Decidió ingresar en la Guardia Civil porque le parecía «una buena opción» para desarrollar su vida profesional y aunque reconoce que al principio su decisión causó sorpresa entre su familia, ahora, apunta, ya lo tienen asimilado y lo ven «algo natural».

Defiende que conciliar su vida personal y profesional es igual de fácil o difícil que en cualquier otra profesión y que los problemas diarios que conlleva esa conciliación «se superan con esfuerzo, tanto en la Guardia Civil como en cualquier otro trabajo».

Marta Mallo insiste en que la sociedad «afortunadamente» ha cambiado y que ya no se piensa en ciertos trabajos como «solo para hombres». Añade que las mujeres forman parte del cuerpo desde hace más de veinte años.

Eso sí, pese a la normalidad que le otorga a su labor diaria, reconoce que todavía hay conductores que se sorprenden al encontrarse una mujer con el uniforme. «Son los menos», aclara, y la mayoría de las veces son las personas de mayor edad.

Anima a las mujeres a entrar en la Guardia Civil por la posibilidades profesionales que ofrece el cuerpo. «Hay muchas alternativas de especialización y, además, el trabajo diario fomenta unos valores morales de ayuda y respeto hacia los demás muy importantes», añade.

La rutina del día a día tiene cosas buenas y cosas malas y dentro del departamento de Atestados lo peor es la recepción de los avisos para acudir a un accidente. Marta Mallo sabe que eso forma parte de su trabajo pero es inevitable sentir cierto desasosiego porque «uno nunca sabe lo que se va a encontrar cuando llegue a la zona del siniestro». Además, la situación es especialmente dura si hay que comunicar un fallecimiento a los familiares. Pero no todo es negativo y el poder ayudar a los demás compensa los malos momentos.

Tras dos meses en Monforte está contenta con su destino por el espíritu de equipo y la dedicación al ciudadano que hay, así como por la aplicación de nuevos métodos de investigación, algo que se vio en el caso del atropello de las usuarias de Prodeme.

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