La gran coalición blindaría al PPdeG

La hipotética alianza en el Gobierno central de populares y socialistas después de las próximas generales que invocó Cospedal haría todavía más difícil una alternancia en la Xunta en el 2016

 

La tempestad demoscópica que ha puesto la política española patas arriba surgió de un piso de Monte Alto. El vendaval puede regresar a Galicia desde Madrid dentro de un año en forma de terremoto que condicione totalmente la política gallega y marque las autonómicas previstas de dentro de dos años. Ese piso del barrio de coruñés de Monte Alto era donde tuvo Pablo Iglesias Turrión su cuartel general en la campaña gallega del 2012, cuando trabajaba como asesor de Esquerda Unida, dentro de la alianza Alternativa Galega de Esquerdas (Age) que encabezaba Xosé Manuel Beiras. Ahí fue donde encontró el camino para crear lo que acabó siendo su propio partido, hasta el punto que el propio Iglesias ha dicho en varias ocasiones, que sin esa experiencia “no sería posible Podemos”, aunque, como sostiene el periodista de Faro de Vigo Daniel Domínguez, en Madrid no les guste nada escuchar esto.

La hasta ahora irresistible ascensión de Podemos en las encuestas alimenta el debate sobre una gran coalición en España, después de que María Dolores de Cospedal, la secretaria general del PP, reconociese esta semana que es una hipótesis de trabajo. Se trata de una torpeza más de la dirigente que el año pasado se dio de bruces contra un árbol al salir de declarar en el juzgado de Toledo, en un juicio en el que el extesorero Bárcenas le puso en evidencia desde la cárcel.

Es un error táctico del PP porque lleva al PSOE a tener que pronunciarse en contra, lo que dificulta una futura marcha atrás. La gran coalición es impensable hasta que la hay, proclamó Felipe González en mayo en La Sexta, en la que sostuvo que si los dos grandes partidos se ven obligados aritméticamente a coaligarse, lo harán, como sucede en Grecia, Alemania e Italia. También pasó en Portugal en los años 80, donde este formato se conoce con el nombre de Bloco Central. El Bloco Central puede ser la consecuencia del encarcelamiento de Sócartes que hace casi inviable la mayoría absoluta que esperaba obtener el año próximo su partido, el socialista, y puede abocarle a un pacto con la derecha, aunque ahora mismo lo descarte.

En el libro De Beiras a Podemos dedico las últimas páginas a la cuestión de la gran coalición, que es una de las que más interés suscitó en las presentaciones que ya hice en Santiago, Ribadeo, Ferrol y A Coruña. El próximo jueves estaré en Lugo, a las 8 en la Galería Sargadelos. En el coloquio la gente suele preguntar sobre ese escenario que asombra tanto porque choca con toda la trayectoria reciente de la política gallega y española. “Nadie imaginaba que en Alemania pudiese haber gran coalición. Nadie es nadie”, afirma González sobre el primer precedente de Alemania, de 1966.

Si la acaba habiendo en España después de las generales, será consecuencia del colapso simultáneo en el que están PP y PSOE, del que el surgimiento de Podemos es el efecto más visible. Un Bloco Central a la portuguesa en el Congreso de los Diputados tendría efectos directos en Galicia, pues blindaría todavía más el dominio del PP. A las ventajas que ya tiene el PP, como son un sistema electoral favorable, el apoyo de elites económicas y mediáticas y una oposición inmersa en un eterno campeonato del despropósito, se uniría la gran dificultad que habría para que, aunque Feijóo perdiese la mayoría absoluta, pudiese existir un gobierno en la Xunta alternativo al del PP. Éste siempre ha consistido en un alianza entre el PSOE y las otras fuerzas. Con populares y socialistas gobernando juntos en Madrid, aplicando la política de la troika, sería muy difícil que BNG, AGE, Podemos o lo que haya se unan al PSOE en Galicia y también que desde la sede central de la calle Ferraz lo permitiesen.

El muy incierto proyecto de lanzar a Elena Muñoz en Vigo

Con el conselleiro Jesús Vázquez como previsible candidato en Ourense, Feijóo medita si poner a otro miembro más de su gobierno al frente de una lista municipal. Se trata de la conselleira de Facenda, Elena Muñoz, que aparece como una de las opciones que sopesa el PP, junto con la de López Veiga o la de un fichaje de última hora. Son candidatos flojos, frente al caudillo localista Caballero, avalado por el propio PP.

La dignidad de Mercedes Rosón que Pachi no puede entender

Dentro del muy bajo tono de las primarias del PSOE del pasado domingo Mercedes Rosón ofrecía un perfil un poco mejor, algo más atractivo, que el de su rival y claro vencedor en las urnas, Paco Reyes. Rosón tenía mejor imagen y más proyección en la ciudad. En su contra jugaba la muy denostada trayectoria en el partido de uno de sus principales apoyos, Xosé Rivera Otero, Petene, el politólogo que durante años le dijo a Touriño en público que no sólo tenía asegurada la reelección, sino que el PSdeG iba a tener más votos que el PP.

También tenía en su contra Rosón el no atreverse a cuestionar de forma contundente el viciado entorno en el que se desarrollaron las primarias en una agrupación condicionada por los muchos votos, quizá dos centenares, que controla el concejal Bernardino Rama, el Padrino de la operación Pókemon, al que Vendex reconocía el derecho de colocar a sus enchufados desde la oposición.

Reyes anunció que Rama no estará en su lista, pero no aclaró si contará con él como asesor, lo que no sorprendería porque los favores se pagan. Y Rosón dimitió como concejala tras la derrota, lo que debería servir para enseñarle a Pachi Vázquez en qué consiste la dignidad en política, en el supuesto caso de que en su vocabulario existiese ese concepto. La derrota de Pachi fue la gran noticia de las primarias de Galicia, porque certifica el fin de su carrera, aunque él se niegue a admitirlo, como les pasó a tantos otros, caso de Quintana, Cuiña o Blanco.

A Pachi le ganó un candidato muy gris, Vázquez Barquero, que tenía como gran virtud el hecho de no estar imputado, un mérito nada desdeñable en Ourense. Pachi ha perdido en su último intento de perpetuar su socialbaltarismo, su modelo caciquil de administrar la miseria, aunque fuese de concejal de la oposición para blindarse en el aparato.

La derrota de Pachi es una gran noticia para Besteiro. Y no tanto por la cuestión interna del dominio de las provincias y las ciudades, sino por la imagen catastrófica que hubiese dado la militancia eligiendo como candidato al fracasado exlíder gallego, que además está imputado. El éxito sorprendió en la dirección gallega, que temía una victoria de Pachi. Sin embargo, este triunfo está empañado por la versión de los rivales de Pachi, que aseguran que fueron empujados desde Santiago a una vergonzante integración con el de O Carballiño. En cambio, en la ejecutiva gallega aseguran que recomendaron abrir una vía de diálogo, como en el resto de las ciudades.

La otra votación socialista del pasado domingo, para la elección del nuevo secretario provincial de A Coruña, ofrece una lectura compleja, más allá de la evidente tercera derrota del exdiputado Lage Tuñas, esta vez por vía interpuesta, a través del alcalde de Oroso, que perdió ante el alcalde de Culleredo, que tenía en contra a la número dos del partido en Galicia, Pilar Cancela, mientras sí contaba con el aval, aunque pasivo, del propio líder, Besteiro, que practicó unos juegos malabares que no le benefician. Lo que debería hacer con las provincias es suprimirlas, porque desangran al PSdeG.

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