La Feria de Todos los Santos aúna tradición y modernidad en Monterroso

Un millar de puestos de venta ambulante, la exhibición caballar y las casetas de pulpo hicieron las delicias de los asistentes a esta particular romería

El origen de la Feria de Todos los Santos de Monterroso se remonta al medievo, cuando este mercado funcionaba como un punto de encuentro en el que se agolpaba un abultado número de ganado caballar y mular, procedente de toda la comunidad gallega, antes de ser trasladado a tierras de Castilla para el cultivo de los campos. Actualmente esta convocatoria suma tradición y modernidad, y cada año hay más público, si cabe, disfrutando del millar de puestos de venta ambulante.

Al margen de la exhibición caballar,  esta particular romería, considerada popularmente como la feria de las ferias, ha vuelto a demostrar este 2017 que se mantiene impertérrita como un referente del gran escaparate de los productos de temporada, que en estas fechas van desde los quesos hasta las castañas, pasando por las nabizas y la miel. Todo esto sumado, cómo no, al medio centenar de casetas de pulpo distribuidas por la superficie ferial, donde este suculento manjar convive con aperos de labranza, ropa, calzado, artesanía, flores y casi cualquier objeto, por raro que parezca, que a uno se le ocurra.

Los licores están, asimismo, a la última en este ritual con más de quinientos años de historia, al menos en lo que a las leyendas se refiere. Y algo que parece no haber cambiado a lo largo de estos años es el ambiente de jolgorio y las ganas de encontrarse con los amigos y compañeros en las carpas que se distribuyen por las calles de Monterroso, un auténtico hervidero de gente.

No en vano, esta localidad es, en efecto, una visita casi obligada para los amantes de la cultura y de la tradición gallega, e incluso da una pista de ello el refranero popular cuando invita a descubrir lo increíble: "Se ti viras o que eu vin en Monterroso, vintecinco xastres a cabalo dun raposo".

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