La Feria de Monterroso, otra manera de vivir el Día de Difuntos

Miles de personas se han acercado hoy al municipio lucense de Monterroso, con motivo de una nueva edición de su tradicional Feira dos Santos, un modo diferente de conmemorar el Día de Difuntos y una cita festiva en la que es tan posible adquirir bisutería, ropa y maquinaria agrícola, como degustar una buena ración de pulpo á feira.

Considerada popularmente como la feria de las ferias, su origen se remonta al medievo, cuando este mercado funcionaba como un punto de encuentro en el que se concentraba un abultado número de ganado caballar y mular, procedente de toda la Comunidad gallega, antes de ser trasladado a Castilla para el cultivo de los campos.

Actualmente esta convocatoria suma tradición y modernidad, y cada año hay más público disfrutando del millar de puestos de venta ambulante.

La feria de ganado quedó abierta este sábado a las ocho de la mañana y durante toda la jornada se sucedieron exhibiciones de caballos de andadura, trote y galope.

Al margen de la exhibición caballar, la Feira dos Santos ha vuelto a demostrar que se mantiene como referente del gran mercado de los productos de temporada, que en estas fechas van desde los quesos hasta las castañas, pasando por las nabizas y la miel.

Todo ello sumado al medio centenar de casetas de pulpo distribuidas por la superficie ferial, donde este suculento manjar se mezcla con aperos de labranza, ropa, calzado, artesanía, flores y casi cualquier objeto, por raro que parezca, que a uno se le ocurra.

La estampa de lo antiguo junto a la novedad da lugar a escenas curiosas, como la de un hombre que compró unos kilos de castañas calculando el precio con un móvil de última generación, mientras el vendedor, de avanzada edad, hacía lo propio con una calculadora que podría considerarse una reliquia, al igual que la pesa que empleó.

Los licores también están a la última en esta romería con más de quinientos años de historia, al menos en lo que a leyendas se refiere.

Originales botellas con mensajes como Folla, come y bebe que la vida es breve, Con amor y aguardiente nada se siente o A cabeza non para han animado a los asistentes a disfrutar de los distintos brebajes, como el licor café o de hierbas, siempre desde la moderación.

Algo que parece no haber cambiado a lo largo de estos años es el ambiente de jolgorio y las ganas de encontrarse con los amigos y compañeros en las carpas del medio centenar de pulperías que se distribuyen por las calles de Monterroso, un auténtico hervidero de gente.

Este es uno de los principales atractivos, y la prueba palpable es que las ollas empiezan a calentarse a primera hora de la mañana y no paran hasta bien avanzado el día.

El pulpo fue el manjar más solicitado, pero no el único que se sirvió para reponer las fuerzas de los asistentes, que degustaron churrasco, churros y dulces.

Aunque sin duda alguna un menú sencillo típico de esta feria, y de gran éxito entre los visitantes llegados de toda la Comunidad, del resto del Estado e incluso de otros países, es una ración de pulpo con pan de Monterroso y un vaso de vino de Chantada.

Y si algo se ha echado hoy en falta son los paraguas, ya que a pesar de la insistencia de los vendedores y de las numerosas ofertas, el cielo dio una tregua.

Monterroso es una visita casi obligada para los amantes de la cultura y de la tradición gallega, y ya da una pista de ello el refranero popular cuando invita a descubrir lo increíble: "Se ti viras o que eu vin en Monterroso, vintecinco xastres a cabalo dun raposo", en castellano "si tú vieses lo que yo vi en Monterroso, veinticinco sastres a caballo de un raposo".

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