La esquizofrenia y el estigma social

Iria Espiño Díaz LA ESQUIZOFRENIA es un trastorno mental que afecta a una de cada 100 personas y que suele comenzar en la adolescencia o juventud, sin importar raza o zona geográfica. Las personas que padecen esta enfermedad atraviesan periodos de completa normalidad y otros en los que aparecen los síntomas característicos de la enfermedad, entre los más conocidos, las alucinaciones o los delirios, momento en el que pierden el contacto con la realidad.

Los primeros indicios de la enfermedad pueden pasar desapercibidos y consistir en cambios en la conducta, aislamiento social o dificultades en la concentración. A medida que esta avanza los síntomas son más intensos. Podemos diferenciar cuatro grupos de síntomas: los positivos, los más conocidos por la población general, que se caracterizan por la existencia de alucinaciones, de forma que las personas pueden oír o sentir cosas que no existen y, además, pueden aparecer delirios, por lo que pueden llegar a pensar que les persiguen o quieren hacerles daño. Los síntomas denominados negativos son menos conocidos, pero más deteriorantes e incapacitantes para el enfermo y se caracterizan por la disminución de la motivación o el interés en participar en actividades, la disminución de la capacidad de sentir o expresar emociones, aislamiento o descuido de higiene personal entre otros. Los síntomas cognitivos se caracterizan por problemas de aprendizaje, de memoria, organización o planificación y, finalmente, los síntomas afectivos como la tendencia a la ansiedad o a la depresión.

Aún no se conocen las causas exactas de esta enfermedad y son muchas las líneas de investigación abiertas que tienen como objetivo estudiar alteraciones en la neuroquímica cerebral, neurodesarrollo o neuroanatomía funcional o estructural. Se sabe que en las personas que padecen esquizofrenia hay una alteración en el funcionamiento a nivel cerebral de varias sustancias, de las que destaca la dopamina y que existe una predisposición genética y una serie de factores externos como el estrés o el consumo de tóxicos que pueden actuar como desencadenantes y contribuir al mantenimiento de la enfermedad.

Hoy en día la esquizofrenia es una de las enfermedades mentales sobre la que más se está investigando en relación al tratamiento. A nivel farmacológico la prescripción de antipsicóticos cuyo objetivo es regular el desequilibrio de diversas sustancias a nivel cerebral es fundamental. La psicoterapia es una herramienta imprescindible mediante la rehabilitación psicosocial y la psicoeducación del paciente y familiares. Habitualmente el tratamiento se realiza a nivel ambulatorio y ante reagudizaciones de los síntomas de difícil control domiciliario es necesario el ingreso hospitalario.

LA DISCRIMINACIÓN. Uno de los principales problemas con los que se encuentra el paciente con esquizofrenia y sus familiares es la estigmatización y discriminación que sufren las personas que padecen esta enfermedad debido a los prejuicios y conceptos estereotipados existentes en nuestra sociedad. Deben afrontar una doble dificultad para recuperarse: la enfermedad en sí y los prejuicios y discriminaciones que reciben por padecerla. El estigma social constituye uno de los principales obstáculos para el éxito del tratamiento y de la recuperación. Son numerosos los mitos acerca de la esquizofrenia. Uno de los más comunes es pensar que los que padecen esquizofrenia son personas violentas o impredecibles, por lo tanto peligrosas, pero los estudios indican que el potencial de agresividad es menor en las personas con esquizofrenia que en la población general.

Son frecuentes también las creencias de que la «culpa» de la enfermedad es de la educación o la relación con los padres en la infancia, que las personas con esquizofrenia deben permanecer ingresadas en una institución, que la enfermedad va asociada o es un tipo de retraso mental o que no son capaces de tomar decisiones en su vida, casarse, tener una familia o un trabajo estable.

Todo esto, es erróneo. La desinformación y los preconceptos relacionados a la esquizofrenia crean un círculo vicioso que contribuye a perpetuar los múltiples mitos que existen relacionados con este trastorno afectando negativamente el tratamiento y a las oportunidades de integración social de estas personas.

Romper el proceso de desventaja social producto del estigma es claramente una prioridad. Para ello es fundamental y necesario modificar las actitudes de las personas a través de programas educacionales y campañas informativas, con el objetivo de desarrollar estrategias para la reducción del estigma y la discriminación en la enfermedad mental.

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