Ribadeo tiene la oportunidad de contar esta tarde con uno de los mayores expertos de España en el tratamiento de las patologías neurológicas de la infancia. La dislexia es una de ellas y sobre esta cuestión hablará un médico meirense, que fundó el servicio de Neuropediatría del hospital barcelonés Sant Joan de Déu.
aunque nació en Meira, el doctor Emilio Fernández-Álvarez, de 76 años de edad, pasó la mayor parte de su vida en Barcelona, donde fundó uno de los primeros servicios de Neuropediatría de España, como fue el del hospital Sant Juan de Déu. Anteriormente, trabajó, entre otros, en el centro hospitalario del Vall d’Hebron, pero pasa consulta, desde hace más de un lustro, en el Modelo de A Coruña y es profesor emérito de Pediatría en la universidad de la capital catalana. Es toda una eminencia en su campo, sobre el que ha impartido conferencias a lo largo y ancho del planeta.
¿Qué charlas destacaría de entre las que ha ofrecido por todo el mundo?
En la universidad de Harvard, en Boston, impartí una charla hace ocho años en el Ether Room, que es la sala en la que se hizo por primera vez la anestesia y también he estado en el Karolinska Institute, de Suecia, que alberga al organismo que designa a los premios Nobel. La verdad es que he recorrido el mundo, con conferencias en Bombay, Tokio y la más reciente, en Sao Paulo, que sirvió para poner en marcha una unidad de trastornos del movimiento del niño, como los ticks nerviosos.
Precisamente, escribió el primer libro sobre los trastornos del movimiento en la infancia, ¿no es así?
Sí fue publicado en 2002, en la editorial de la universidad de Cambridge.
¿Por qué le parece especialmente preocupante la dislexia, sobre la que hablará hoy, a las 19.30 horas, en la Casa das Letras de Ribadeo?
Porque es el trastorno del neurodesarrollo que más frecuentemente crea problemas en el aprendizaje del niño, más aún que el trastorno de la atención. Tiene una gran repercusión en la educación de los niños, pero está mal diagnosticada y tiene efectos serios. Las estadísticas desvelan que hay hasta un 10% de menores que la padecen en todo el mundo, aunque depende del idioma, es decir, se da más en los hablantes de lenguas no transparentes: aquellas que se hablan de un modo y se escriben de otro. Con el español, que es transparente, sucede menos.
