La dimisión de Durán

La dimisión de Durán Lleida como secretario general del CiU es una noticia que trasciende del marco de la política catalana. Pese a su conocida tendencia a la ambigüedad, durante muchos años, Durán ha sido el hombre del ‘puente aéreo’, un actor clave en las relaciones entre los gobiernos de España y la Generalitat de Cataluña cuando allí gobernaban los nacionalistas. Durante más de una década estuvo de pie junto a la oreja de quien mandaba en la Plaza de Sant Jaume al tiempo que mantenía hilo directo con el inquilino de turno de La Moncloa. Pero los tiempos han cambiado y el llamado ‘proceso soberanista’ se ha llevado por delante un mundo construido a caballo entre Barcelona y Madrid. Su condición de puente ha sido arruinada por la deriva promovida por Artur Mas y sus socios de ERC. Frente al aluvión independentista no le ha servido de nada su proverbial capacidad para nadar entre dos aguas. Flexibilidad que al tiempo que le permitía defender el «derecho a decidir» de los catalanes no le impedía presidir la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados. La renuncia a la secretaría de la coalición es el reconocimiento de que ha perdido la batalla para influir y tratar de moderar la deriva separatista. Artur Mas ya no le escucha y perdida su condición de mediador, declina también su capacidad de interlocución con el Gobierno que preside Mariano Rajoy.

Así las cosas, la dimisión se presenta como una acto de coherencia. Durán seguirá al frente de Unió, el viejo partido democristiano catalán, pero ya nada será igual en las relaciones con Convergencia porque el partido fundado por Jordi Pujol ha cambiado su centralidad política por el radicalismo que apareja el proceso que impulsa la vía soberanista. Pese a todo, cuesta imaginar que Durán vaya a abandonar la política. Como animal político que es -dicho en la mejor de las acepciones de esta expresión--, tengo para mí que hallará la forma para seguir siendo portavoz en el Congreso y secretario general de UDC, su partido de toda la vida.

Culminada la legislatura y en función de cómo evolucionen los acontecimientos a partir de la hoja de ruta de los secesionista, es más que probable que, a la manera de Julio Camba, veamos de nuevo a Durán instalado en el Palace de Madrid, intentado recomponer el puente con las instancias en las que se espesa la pomada del poder.

Artur Mas ya no escucha a Durán Lleida, y perdida su condición de mediador, declina también su capacidad de interlocución con el Gobierno de Rajoy

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