La crisis de Ucrania deja a Serbia en una delicada situación frente a la UE

La crisis de Ucrania ha puesto en una delicada posición a Serbia, un país candidato a entrar en la Unión Europea (UE) y al mismo tiempo tradicional y fiel aliado de Rusia, de la que además depende mucho su frágil economía.

La UE exige que Serbia armonice su política exterior con la del bloque comunitario, incluyendo las recientes sanciones diplomáticas, comerciales y económicas contra Rusia, algo que Belgrado trata de evitar a toda cosa.

La posición oficial de Belgrado es que defiende la integridad territorial de Ucrania, aunque al mismo tiempo no se ve en condiciones de aplicar medidas punitivas contra Rusia.

"Serbia no puede sancionar a los que son más grandes y más fuertes que ella", observó recientemente el ministro de Exteriores serbio, Ivica Dacic.

El país balcánico, con estrechos lazos históricos con Rusia por la fe cristiano-ortodoxa, trata de mantener un equilibrio entre sus fraternales relaciones con Moscú y el proceso de adhesión comunitaria con Bruselas, que inició este año.

Por ahora, las sanciones de la UE contra Rusia han podido tener un efecto positivo para Serbia, cuyas exportaciones agrícolas a Rusia se han disparado en el primer semestre, con una subida de cerca del 70 por ciento.

Serbia insiste en tener relaciones de amistad tanto con Ucrania como con Rusia, así como de "proximidad" con Bruselas y Washington, por lo que apela a todas las partes al "máximo esfuerzo" en pro de un diálogo para llegar a una solución pacífica.

El primer ministro, Aleksandar Vucic, reconoce sin tapujos su inquietud ante la incómoda situación.

"No puedo ni decir cuántas noches no he dormido a la espera de la paz en el este de Ucrania. Eso solucionaría los problemas de Serbia. Cada disparo ahí me hace temblar", ha dicho el primer ministro.

Serbia se propone ingresar en la UE de aquí al año 2020 y muchos analista prevén que no podrá mantener durante mucho tiempo más su posición de neutralidad.

"Cada vez hay más presiones", dijo a Efe en Belgrado el catedrático y analista político Predrag Simic.

De hecho, Serbia considera que no tiene muchas opciones porque, si se pone del lado ruso, deberá olvidarse por un tiempo de sus planes de integración comunitaria.

Por otro lado, si se suma a las sanciones contra Rusia, "el próximo invierno podrá hacer mucho frío en Serbia", destacó el analista, ya que el país balcánico depende al cien por cien del suministro de gas natural ruso.

"Para Serbia, no se trata simplemente de optar por un lado u otro, es cosa de realidades muy duras", aseveró Simic.

En todo caso, el analista ve poco probable que Serbia ponga en entredicho su orientación europeísta a menos que fracasen las reformas económicas que ha emprendido con el Gobierno de Vucic.

Recordó, no obstante, que en el país balcánico hay también bastantes "fuerzas rusófilas" y que en Serbia "no se trata sólo de necesidades económicas, de una opción racional, sino también de determinadas inclinaciones que llegan bastante profundo".

La posición serbia se podría complicar más todavía en los próximos meses porque en 2015 el país balcánico asume la presidencia de turno de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).

Y presidir ese organismo exigirá de Belgrado una posición de plena neutralidad entre las partes enfrentadas en el conflicto ucraniano.

James Ker-Lindsay, un destacado experto británico en los Balcanes, declaró hoy al diario serbio "Danas" que una actuación unida de la UE hacia Rusia "reducirá el espacio de maniobra" de Serbia para mantener su actual posición.

Según este experto, la expectativa de la UE es que Serbia "siga la política dominante, porque aspira al ingreso" en el club comunitario.

"Una política neutral será cada vez más concebida (por la UE) como mala intención, lo que tendría grandes consecuencias para el proceso de integraciones europeas de Serbia", concluyó el experto.

Comentarios