La celebración de San Blas logró reunir a cientos de fieles en la iglesia de San Vicente de Monforte

Bendición, fieles con cestas, gente en la misa, rampa, bendición a los niños y paso de cintas. (Foto: Parga)
photo_camera Bendición, fieles con cestas, gente en la misa, rampa, bendición a los niños y paso de cintas. (Foto: Parga)

San Blas, santo que cura los males de garganta y oídos, según la tradición, volvió a llamar la atención de cientos de personas durante la jornada de ayer en Monforte y alrededores. La imagen del santo que hay en la iglesia de San Vicente del Pino, al lado del parador de turismo, fue venerada de forma especial a mediodía y a media tarde. En ambas ocasiones se celebraron misas en las que los sacerdotes dieron la especial bendición a los asistentes, quienes aparecieron, como es costumbre, cargados con cestas de rosquillas y cintas de colores.

La salida del sol a primeras horas de la mañana motivó que la misa de las once fuese seguida por tal cantidad de gente que en la iglesia apenas quedaba espacio libre. En esta ocasión no hubo problemas porque no había colocados bancos con motivo de las obras de acondicionamiento de la iglesia.

Ante la escasa presencia de gente en el atrio, los sacerdotes que oficiaron la misa no salieron a la puerta de la iglesia para bendecir a quienes no pudiesen entrar, como en otras ocasiones. Eso sí, la masiva presencia de gente dio lugar a que el párroco realizase un completo recorrido por la nave para que todos recibiesen la bendición en honor de San Blas.

Al finalizar el oficio, también para cumplir con los ritos, los fieles se acercaron a la imagen del santo y pasaron por ella rosquillas y cintas que luego se llevan al cuello para hacer valer la protección del santo. Antaño era típico que se viesen de color azul para hombres y rosas para mujeres, aunque ahora ya se ven de todos los colores.

Entre quienes acuden por la mañana a la cita con San Blas de forma habitual, tanto los sacerdotes como los estudiosos de la fiesta destacan que en su mayoría son personas de mediana o avanzada edad que no trabajan y que al mismo tiempo que llevan sus cintas y rosquillas también portan algunas de vecinos y familiares que no pueden ir a la celebración. A mayores, como sucedió ayer, es frecuente ver a niños o jóvenes de colegios que van a la misa para conocer la tradición. Hace unos años también era costumbre faltar a clases para acudir a la misa matinal e incluso en algunos centros había cierta flexibilidad.

Postre por excelencia

Por la tarde también hubo bastante gente en la misa, si bien la mayor parte se concentra por la mañana pues es costumbre tomar las rosquillas como postre de la comida principal del día.

El consumo del dulce típico, ya sea de sartén o de horno, es habitual en Monforte y entorno desde semanas antes de la fiesta. Confiterías y panaderías las empiezan a vender un mes antes e incluso acuden comerciantes de lugares como Ponteareas para colocar puestos en la Praza de España durante los días previos.

Nueva rampa

Entre los grupos que llamaron la atención ayer en la misa de la mañana destacó la gran afluencia de gente con problemas de movilidad. En especial eran miembros de Auxilia y Agora dado que con las obras de acondicionamiento se construyó una rampa para facilitar el acceso.

Las personas que utilizaron el nuevo paso ensalzaron la iniciativa y pidieron que igual medida se acometa en otras iglesias de la ciudad y alrededores.

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