La bondad del debate

PERMITIR EN EL PP la expresión de posiciones sobre la ley del aborto y el debate hacia el ciudadano sería apertura democrática, máxime en una cuestión en la que la conciencia y la sensibilidad personal son incuestionables. Las expresiones plurales dentro de un partido en multitud de cuestiones, como se ve en otros países de larga tradición democrática, son el reflejo de la propia sociedad y del propio electorado de ese partido. En nada dañan un concepto de unidad, salvo que esta se entienda por el ordeno y mando, que es norma no afortunada en los partidos. Es el alejamiento de la política institucionalizada de los ciudadanos. La consigna no debería sustituir al debate ni es unidad. La expresión plural dentro del amplio marco del centro derecha, en este caso, como en el centro izquierda, sería espejo de la realidad y contribuiría a aproximar la política a los ciudadanos. La línea que marcó ayer el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, para evitar una «ley unilateral», para no repetir el error de Zapatero, entra en la lógica más elemental. No debería ser el aborto, como otras cuestiones nucleares, un asunto que cada cambio en el color del gobierno suponga una nueva ley. Tampoco se entiende el temor a la libertad de voto, en conciencia, para los diputados. No se puede colocar el acatamiento a la disciplina de grupo por encima de la conciencia personal del diputado y de la sensibilidad de sus representados en la posición ante el aborto. No son valores equiparables.

Limpieza en Sarria

La retirada de 27 vehículos abandonados en el casco urbano de Sarria es la respuesta a una falta de respeto ciudadano, extendido en Galicia, hacia los espacios públicos o el paisaje. Los somieres viejos que se convierten en verjas o las bañeras en abrevadero son otras tantas expresiones de mal gusto a corregir.

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