La lucense más longeva, Josefa Pichín, murió a los 108 años.
Josefa, que hasta este verano había gozado de una salud bastante envidiable, se mantuvo muy activa casi hasta el final y por casa aún caminaba, si bien echaba mano de un andador. Mujer de carácter animoso, la abuela de Lugo aún salía a la calle, aunque para ello usaba una silla de ruedas. Dos días antes de morir aún dio un paseo por Lugo, y atenta a todo lo que ocurría y saludando a los conocidos con los que se encontraba a su paso, según destacaba su hija Maribel.
La abuela de Lugo había cumplido 108 años el pasado mes de julio y la familia estaba buscando fecha para poder celebrar todos juntos la longevidad de Josefa. Y es que a ella siempre le gustó seguir festejando sus muchos años, porque le encantaba la vida, aunque esta a veces fuera dura con ella.
Josefa Pichín había nacido en Trobo, en Begonte, pero pasó casi toda su vida en Lugo, ya que con apenas 18 años se vino a la ciudad, para empezar a trabajar en Abella. Más tarde se casó y tuvo dos hijas, pero siempre siguió trabajando y con el tiempo empezó a hacerlo en el Mercado de Lugo.
La mujer gozó siempre de una salud estupenda y llegó a los cien años sin haber tenido que utilizar nunca gafas para leer y mantenía un ocio muy activo.
Josefa Pichín, la abuela de Lugo, murió a los 108 años
La mujer gozó siempre de una salud estupenda y llegó a los cien años sin haber tenido que utilizar nunca gafas para leer