Juntos y dispersos

Un acuerdo contra la corrupción se evidenció imposible esta semana en el Congreso. La posibilidad de encontrar salida al problema catalán desde el diálogo con Artur Mas y Mariano Rajoy pasa a quimera. Parece que el único punto de encuentro entre los partidos tradicionales es la descalificación de Podemos, sus líderes y sus propuestas.

Mientras, llegan advertencias a rebajar el optimismo en materia de crecimiento por un entorno desfavorable para las exportaciones.Nos salva, de momento, el consumo interno, del que se habían olvidado. En clave gallega, muy especialmente el de la Mariña lucense, la semana deja una alerta activada en Alcoa y su futuro, con el coste de la electricidad como amenaza para su competitividad internacional.

Sucede esto en Galicia, y en la provincia de Lugo, donde los embalses hidroeléctricos tomaron el Sil y el Miño. Las grandes obras continúan en aguas de comarcas tan sensibles como la Ribeira Sacra. Las ventajas para Galicia -Fenosa hace tiempo que no tiene ni domicilio fiscal aquí- no se tradujeron históricamente en hechos. Y, ahora, parece ni sirve como argumento político y de presión para la defensa de los intereses de los gallegos, al menos de A Mariña.

Sobre la corrupción, la cuestión con la que abrimos esta mirada de la semana, habló José María Aznar. Lo hizo también sobre Cataluña. La advertencia de que la lucha contra la corrupción no consiste en un torrencial de medidas regulatorias deberían considerarla quienes quieren hacer frente a la indignación y al malestar generalizado. Otros detalles de las opiniones de Aznar sobre la cuestión pueden obviarse. Como quizás se pueda prescindir de la solución que propugna para la cuestión catalana: mano dura o una concepción centralista de España como respuesta. No fue ese el tono, formas y acuerdos que mantuvo él la primera legislatura -la buena, que destrozó e hizo olvidar en su segunda- con Pujol y los nacionalistas catalanes y vascos.

Comentarios