Jueces alejados del bullicio

«abundan os litixios pola terra. A Fonsagrada é un sitio ideal para quen disfruta co Dereito Civil», recalca Eladio Bellas Prieto, titular del juzgado de instrucción local. Los pleitos por herencias, lindes y servidumbres concentran la mayor parte de la casuística y, a veces, originan acciones penales, si surgen amenazas o hechos violentos.

El de A Fonsagrada semeja un prototipo idealizado de juzgado de la Galicia rural, pero los jueces asentados en pueblos de Lugo, en su mayoría jóvenes en sus primeros años de oficio, abordan numerosos pleitos relacionados con la propiedad del suelo. En los núcleos de mayor densidad urbana aumentaron los expedientes de índole mercantil e inmobiliaria.

Un guardia civil, sentado en una mesa frente a la puerta de la sede fonsagradina, atiende amablemente a los escasos visitantes. Aunque la demarcación es muy extensa, la población está envejecida y las incidencias son menores. «Obxectivamente hai un número de asuntos inferior aos doutros lugares, pero temos casos de elevada complexidade», explica Eladio Prieto, que llegó a este destino en marzo, procedente de Monforte.

La concentrada actividad y el silencio inundan el remodelado caserón. Aunque las frías estadísticas no reflejen saturación, varios expedientes, voluminosos y ordenados, se acumulan sobre la mesa del juez. La carrera judicial tiene un fuerte componente vocacional. Solo así se explica que, después de varios años estudiando interminables temarios de las más diversas materias, «nos pasemos a vida entre papeis», bromea Eladio Prieto.

El juzgado de A Fonsagrada se caracteriza por una particularidad que lo hace único: los conflictos de montes abertales. «Son unha forma de comunidade distinta aos montes veciñais en man común existentes no resto de Galicia», aclara su máximo responsable. Estas comunidades de origen romano estaban regidas por un sistema de foros. Las divisiones para los cultivos se efectuaban en primavera, «por searas dedicadas ao cultivo», y generaron transmisiones. Estos montes sirven de referencia para fijar lindes o bien son los vecinos quienes piden que se clasifiquen determinadas áreas dentro de este régimen. «Nun xuízo sobre un monte abertal é habitual emprazar a proceso a vinte persoas e chegan testemuñas que advirten de que hai máis xente con dereitos», añade el juez. En estos litigios es habitual que se soliciten transcripciones de escrituras de los siglos XVII y XVIII. Algunos de estos documentos originales están en el Archivo Histórico Provincial.

La demarcación abarca los municipios de A Fonsagrada, Navia de Suarna, Baleira y Ribeira de Piquín. Más que en su amplitud geográfica, el principal inconveniente radica en la elevada emigración. «É frecuente que nos procedementos, sobre todo en casos de divisións de herencias, haxa que citar a fonsagradinos emigrados a Barcelona, Madrid, Hospitalet ou a países como Suíza, Arxentina, Venezuela ou Cuba». La tarea no siempre resulta fácil. A veces se trata de gente que marchó hace varias décadas. Otros no mantienen contacto con los familiares que les quedan en Galicia. Además, se reciben cartas de ciudadanos nacidos en América, principalmente en Cuba, para pedir certificados sobre sus antepasados con el fin de tramitar la nacionalidad española. «As cartas dos cubanos son inconfundibles. Os remitentes escriben o seu nome nunha esquina».

Los juicios por delitos de tráfico, juicios de faltas o divorcios son inferiores al de lugares de mayor trasiego, como Viveiro o Sarria, donde se plantea la creación de un segundo juzgado. Pero a Eladio Prieto le encanta la legislación de Derecho Civil que se trae entre manos y se siente integrado. «A xente sinte fondamente as cousas da terra. Lémbrame aos meus avós, que eran labregos. Adáptome ben».

La curia de esta demarcación, al igual que el número de funcionarios de su capitalidad, es reducida. El ambiente es familiar. Dos procuradores y dos abogados están radicados en la zona. A ellos se suman letrados que llegan de Lugo. «Tamén é usual que veñan outros de Asturias, comunidade coa que hai moita relación, e incluso algúns de Barcelona», cuenta Prieto Bellas.

En Mondoñedo
Ana María Bande, titular del juzgado número dos de Mondoñedo, explica que este partido judicial parece más pequeño de lo que lo es en realidad, pues tiene once municipios que abarcan mucho territorio, lo que genera un importante volumen de trabajo, aunque es asumible. «Se puede hacer una labor adecuada y es cómodo para un juez, dado que no tiene tanta carga como otros». Ello permite estudiar con detalle los asuntos.

El hecho de que los funcionarios trabajen bien, tengan experiencia y estabilidad, también favorece el desempeño de su cometido en condiciones. Bande, que lleva en la ciudad episcopal desde 2004, habla maravillas de los compañeros que tuvo, así como de los secretarios y funcionarios, «que son excelentes, muy trabajadores».

El buen ambiente laboral ayuda mucho, aunque reconoce que «la función del juez es muy solitaria e independiente», ya que, si bien puede hacer consultas a sus compañeros, la decisión recae en sus manos y algunas «son muy difíciles de tomar. Nos cuesta mucho, porque hay que valorarlo todo y sus consecuencias».

Bande señala que en la localidad no pasa inadvertida su presencia. «Todo el mundo sabe quien eres». Esto supone asimismo un lastre para las relaciones personales, al limitarlas mucho, porque «el cargo lleva inherentes ciertas cuestiones, todos llegamos con mucho miedo y hay que dar una imagen de imparcialidad», explica.

Esta situación motiva que los propios jueces guarden las distancias, según indica Ana María Bande, por exigencias del cargo. Sin embargo, ello no impide que lleguen a hacer amistades, pero «cuesta más que en otro oficio». La juez se encuentra contenta en Mondoñedo, ya que «me gusta vivir en un pueblo y no es conveniente para mí, aunque los fines de semana que no estoy de guardia, me escapo del lugar del trabajo».

Respecto a su labor en el juzgado mindoniense subraya que «me gusta el trabajo de un juzgado de pueblo, es muy vivo, muy jurídico, cambian mucho los temas, llevamos civil y penal y estás en contacto con la gente, algo que no ocurre en un juzgado de ciudad». La actividad también tiene sus contras, porque «las guardias dan mucho movimiento y vida, quizás sea lo peor, porque tienes que estar siempre localizable para atender y resolver al momento».

Las audiencias al público y las vistas y juicios ocupan el tiempo de los jueces durante la mañana, pero su jornada no concluye ahí, porque detrás de cada caso hay mucho trabajo que no se ve. La resolución de los temas les obliga a prolongar la jornada por la tarde, «porque de lo contrario no hay forma de avanzar lo necesario».

La geografía eminentemente rural de los municipios adscritos al partido judicial de Mondoñedo provoca que los asuntos relacionados con propiedades, tierras e incluso de herencias generen un volumen importante de trabajo, pero también abordan bastantes accidentes de tráfico y compraventa de inmuebles por los problemas derivados de la construcción en la zona de costa, el llamado boom urbanístico, y en el tema penal, además de los juicios por faltas se encargan la instrucción de delitos contra la propiedad (robos y hurtos), muy abundantes últimamente, así como por lesiones o drogas, normalmente a pequeña escala.

Los juzgados tienen carencias, que se agudizan durante una situación de crisis como la actual, porque la Administración no tiene dinero. La juez está satisfecha en cuanto a personal, porque «tengo todo cubierto», aunque ahora no se cubren las bajas ni vacantes, y eso motiva que la resolución de los asuntos se retrase. «Los casos se paran, porque otro funcionario no puede afrontar los asuntos del que está de baja, es una cadena».

Bande indica que su juzgado «es un privilegiado», pues cuenta con más funcionarios que otros y también considera «una suerte» que el destacamento de fiscales de la zona norte tenga su sede en el juzgado mindoniense, desde el que da cobertura a Viveiro, Mondoñedo y Vilalba.

Las infraestructuras y dotaciones mejoraron mucho en los últimos años, con la instalación del sistema de videoconferencia y nuevas aplicaciones y equipos informáticos por parte de la Xunta, pero ello no impide que persistan algunas necesidades. La juez cree que sería importante que los juzgados de A Mariña contasen con un punto de encuentro familiar para facilitar la entrega de menores, que ahora se produce en Lugo.

La precariedad de medios se percibe ahora en la necesidad de luchar para conseguir material de carácter básico, como papel, bolígrafos o rotuladores.

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