Silvaje: ''Me he sentido solo, pero me voy feliz por tener el apoyo de la gente''

La marcha del sacerdote valenciano José Emilio Silvaje, al que algunos vecinos de Sante, en Trabada, relacionaron con la desaparición y posterior hallazgo de unas imágenes del templo, está suscitando una movilización vecinal de apoyo sin precedentes en A Mariña.

su formación religiosa, primeramente en un colegio jesuita y después en los Misioneros Claretianos, así como los valores de caridad y generosidad en los que le educó su familia, encaminaron la vocación de este joven valenciano, que se ordenó sacerdote el 12 de octubre de 2006 en la catedral de Mondoñedo, adonde llegó en 2003 de la mano de un amigo de su familia, también oriundo de la Comunidad Valenciana, el entonces obispo de la dióceses, monseñor José Gea Escolano. Tras encargarse de dos parroquias de Ferrol durante dos años, el Obispado le destinó en 2008 a Ribadeo, localidad que abandonará, el próximo día 6 de febrero, tras dejar el sacerdocio y después de recibir multitud de homenajes vecinales.

Fue el único sacerdote de la diócesis que llegó a encargarse actualmente de hasta 15 parroquias, ¿es esta sobrecarga uno de los motivos por los que decide marcharse?

No tiene nada que ver. Se debe principalmente a una enfermedad física, bastante seria, que padezco desde 2007 y que pudo haber influido en mi estado de ánimo en alguna ocasión, pero que nunca afectó a mi labor.

¿De qué modo le pudo afectar entonces el exceso de trabajo?

Primeramente no pude aplicar un plan de trabajo sistematizado porque cada pocos meses me sorprendían con más parroquias, con lo que había que dividir cada vez más las tareas. Solo podía ir apagando fuegos, por ejemplo, si se caía el muro de un templo, me concentraba en eso, y de igual modo, si alguien me trasladaba algún problema, porque siempre he estado y estaré abierto a todos.

¿Cree que la Iglesia debe cambiar?

No considero que yo sea una institución para dar lecciones de ningún tipo. Lo que más admiro de la Iglesia es su labor caritativa hacia los más necesitados. Siempre traté de pensar en cómo habría expresado el mensaje Jesús en 2012. Es lo que intenta hacer la Iglesia, pero la verdad es que el mensaje no acaba de llegar. A mí me faltó tiempo, por la sobrecarga de trabajo, para ser uno más, como Cristo lo fue entre la gente normal y sobre todo con los que sufren. Por eso, sí que considero que la Iglesia debe modificar la organización, es decir, que los sacerdotes no tengan que ejercer como administradores de las propiedades para dedicarse plenamente a su labor.

¿Por qué motivo decide abandonar el sacerdocio?

Me di cuenta de que podía encaminar mi vida en otro sentido y sé que estoy dando un paso firme, sin saber aún a dónde me llevará, pero he tenido el valor suficiente para hacerlo. Muchos no lo comprenden, pero lo respetan. Por eso hay rumores de todo tipo, porque quizás lo más habitual es que un párroco deje el sacerdocio por una mujer. Yo me voy por mis convicciones y porque necesito recuperarme de mi enfermedad y si en un futuro aparece una persona, lo veré bien. Pero no soy el único; en los últimos tres años, cuatro o cinco sacerdotes jóvenes de la diócesis han renunciado al ministerio. En mi caso, de forma sorprendente, he comprobado que también les duele a los no creyentes.

¿La Iglesia le ha decepcionado?

No. Me voy con el dolor de haberme sentido solo, pero no guardo ninguna hostilidad, ninguna acritud, todo lo contrario, gratitud y me voy feliz por el apoyo tan grande que he recibido de la gente. Este nuevo paso en mi vida no es una ruptura, porque continuaré con mi vocación caritativa y asistencial. Además, el Evangelio supera con creces a cualquier filosía humana.

Usted y su familia realizan labores humanitarias a través de la Fundación Benignitas, ¿hacia ese ámbito encaminará su futuro?

Sí. Y quisiera canalizar la experiencia adquirida, por ejemplo, trabajando en el ámbito de los recursos humanos de las empresas, porque muchos pensamos que el origen de la crisis no es económico, sino ético, al obtener beneficios a costa de los trabajadores.

"Me dolió mucho lo ocurrido en Sante, pero no me iré con un recuerdo amargo por ello"

la denuncia que interpuso el párroco este mes por la desaparición de dos tallas de la iglesia trabadense de Sante se suma a las ocho, por daños y robos, que ya había notificado el año pasado en otros templos, ya que «en tiempos de crisis hay mucha necesidad». Pero la de Sante fue especialmente dolorosa para él, porque algún feligrés le relacionó con el suceso.

¿Por qué cree que le implicaron?

No lo sé. Entiendo que las personas de la aldea protegen mucho el monumento que tienen, que suele ser la iglesia y para ellos fue un shock la falta. Estaba en Valencia cuando sucedió. El último día que oficié misa allí, el 24 de diciembre, encontramos una talla rota y pensamos que habría entrado un pájaro. A mi regreso, el 7 de enero, me comunicaron que faltaban. Pero la reacción fue tremenda.

¿Se va dolido por esto?

No me voy con ningún sabor amargo, no le doy importancia y mi recuerdo de la zona no va a estar marcado por un antes y un después de Sante, sino por el cariño y el perdón.

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