El Macuf de A Coruña tuvo ayer al editor Jorge Herralde como invitado para que su presentador, Pedro Ramos, y los lectores de Anagrama pudiesen hablar con él.
¿Es más complicado crear una editorial cuando usted empezó o en estos tiempos de nuevas tecnologías?
Anagrama empezó el 23 de abril de 1969. Íbamos a comenzar antes, pero fue un año complicado, con varios meses de estado de excepción. Al final, nos retrasamos unos meses, pero pudimos llegar al Sant Jordi. En ese momento era más difícil, aunque en 1969 nos resultó algo menos por la Ley Fraga. Para montar una editorial había que presentar un proyecto de lo que ibas a hacer. Nosotros presentamos uno bastante maquillado.
Los autores que le interesaban a Jorge Herralde no le interesaban al Movimiento Nacional.
Eso es cierto. Había una 'consulta voluntaria' y sometimos muchos libros que queríamos publicar a ese proceso. Hicieron masacre denegándome la mayoría. El que más me dolió fue uno sobre la Revolución Cubana porque era un tema tabú, guerra española tabú, pero entonces todo era un tabú; la Guerra Civil española era otro tabú. Un ejemplo de lo singular que era la censura es que me denegaron un ensayo sobre el hachís de Walter Benjamín y un poemario de Lautréamont. Curiosamente, pasaban cosas milagrosas. Al fracasar la consulta voluntaria, optamos por los hechos consumados: editando los libros. Había que esperar 50 días por cada página publicada. Sacamos uno sobre la psicología de la incompetencia militar basado en los fracasos del ejército inglés. Estuvimos esperando a que apareciese la Policía por la editorial, como había ocurrido en otras nueve ocasiones... pero se produjo el milagro.
¿Cómo se hacía entonces con los libros?
Desde 1969 voy a la Feira del Libro de Frankfurt, pero también viajaba a Francia e Inglaterra. Además, me suscribí a un montón de revistas literarias para buscar los títulos adecuados.
Su mayor éxito le vendría muchos años después, con los 250.000 ejemplares vendidos de un desconocido: Alberto Méndez y 'Los girasoles ciegos'.
Fue la mayor sorpresa de mi vida. Conocía a Alberto Méndez desde finales de los 60. Él era un personaje bebedor, nocturno y divertido. Me sorprendió que escribiese un libro con ese dramatismo y tan bueno. Fue curioso que triunfase un desconocido en estos tiempos de espectáculo y de banalización.
Ustedes no han renunciado a autores que dan espectáculo, como Martin Amis.
La mayoría de nuestros autores van en otra agenda. Anagrama no publica libros de vampiros ni oras especies zoológicas. La voluntad de la gerencia está clara: subir el liston de la calidad literaria.
No le voy a negar que han resistido a las tentaciones económicas.
La teoría que nos ha guiado, la calidad, permite que haya lectores que se fíen del sello editorial. Damos un margen a los autores.
Lo hizo con Patrick Modiano, que pasó del fracaso de 'Pedigrí' a los 12.000 ejemplares vendidos de 'En el cafés de la juventud perdida'.
Pasó con Modiano, pero también con Kapuscinski o con Tabucchi. Sabíamos que eran grandes autores y también que acabarían por gustar.
Paul Auster tuvo una trayectoria más regular. ¿Es su autor más popular?
Sí, es el autor que más lectores tiene como tal. Luego hay títulos como 'Los girasoles ciegos', 'El dios de las pequeñas cosas', o 'Seda' que han sido 'best-sellers'.
Murakami pasó por Anagrama con 'La caza del carnero salvaje' y no volvió a publicarle nada.
Murakami es un número uno de la literatura. 'El carnero salvaje' es un gran libro. Cuando publicamos eso estábamos publicando a otros japoneses: Ryu Murakami, Kenzaburo Oé,... pero cada traducción del japonés era una pesadilla porque íbamos cambiando de traductor y no encontrábamos uno que nos convenciese, por lo que dejamos de hacerlo. Haruki Murakami era entonces un desconocido que acabó siendo una superestrella en unos años.
Algo semejante a lo que está ocurriendo con Roberto Bolaño, al que alaban en The New York Times...
En Bolaño se da un talento y unas circunstancias inesperadas. Cuando lo conocí era un oscuro poeta que vivía en Blanes. Nadie podía predecir que iba a ser una estrella internacional de la literatura en español.
Bolaño era chileno. ¿El futuro está en Latinoamérica?
Eso no se sabe. Va por cosechas y ahora hay autores muy valiosos en Latinoamérica.
FUTURO |
EL AÑO PASADO, con 74, Jorge Herralde contestó a docenas de preguntas sobre el futuro de Anagrama que los periodistas llevaban tiempo formulándole. Se dio un apretón de manos con Carlo Feltrinelli, director de la editorial homónima, para sellar la venta de su sello a la firma italiana. |