Jesús Vázquez Paz: "Pusimos a funcionar un teleclub que consiguió un premio nacional"

Los logros sociales conseguidos en la parroquia de Pígara (Guitiriz), a la que llegó con solo 23 años y tras una dispensa emitida por el Papa, son el orgullo de este religioso, que acaba de recibir un homenaje por parte del Obispado al cumplirse 60 años desde su ordenación.
Jesús Vázquez Paz.
photo_camera Jesús Vázquez Paz.

UNA DISPENSA llegada desde la mismísima Roma fue necesaria en su día para que Jesús Vázquez Paz pudiera ser ordenado sacerdote, pero de eso hace ya 60 años. Este religioso no llegaba a la edad mínima para convertirse en clérigo, pero el Papa lo aceptó y la comunidad puede agradecérselo. Sus primeros 30 años como párroco de Pígara (Guitiriz) estuvieron marcados por una labor incansable que convirtieron la parroquia en un ejemplo incluso a nivel nacional. Hace unos días celebró en el Obispado de Mondoñedo sus bodas de diamante.

¿En qué consistió el homenaje?

Tuvimos una reunión, después fuimos a tomar un café y se celebró una misa. El obispo nos pidió a todos que habláramos pero solo tres minutos, para no enrollarnos demasiado.

¿Cuántos sacerdotes eran?

Estábamos nueve homenajeados. Cuatro hacíamos las bodas de diamante, otros cuatro las de oro y uno las de plata.

Lleva ya 60 años como sacerdote. ¿Pasan rápido o cuesta?

Lo cierto es que se me pasaron muy rápido porque siempre estuve muy ocupado.

Se intuye que eso es bueno.

Desde luego. He pasado 30 años de mi vida en Pígara y ahora llevo casi 30 en Vilalba. De hecho, cuando me ordené como sacerdote era demasiado joven, tenía 23 años y el mínimo eran 24. Tuvieron que pedir una dispensa a Roma, pero me la concedieron y ya comencé mi labor en la parroquia.

¿Cuánto cambiaron los tiempos desde que aquel joven sacerdote llegó a Pígara hasta ahora?

¡Muchísimo! Antes tenía que ir en bicicleta, no había coches... No había ni caminos y ni siquiera pasaban las motos. Para ir de Pígara a Ladra tenía que ir a dar la vuelta por Vilalba. Ahora en el coche llegas a cualquier casa.

¿Ha cambiado algo a peor?

Es posible que en algún aspecto sí, pero en la vida ordinaria no hay comparación.

¿Echa algo de menos?

Me da mucha pena la despoblación rural. Cuando yo llegué a Pígara se llenaba la iglesia de niños y el último año que estuve solo se celebró un bautizo. Pusimos en funcionamiento un teleclub que llevó el primer premio provincial y también un primer premio a nivel nacional al desarrollo comunitario. Aquel teleclub se inauguró el 30 de agosto de 1967. Entonces estaba en lo mejor de la vida.

Se le nota orgulloso de su labor.

¡Hacíamos de todo! Se ponían películas, se hacían conferencias o cursos de cocina. Se organizaban muchas actividades, pero ahora eso ya no se puede hacer. Había otra concepción del trabajo comunitario.

"Juan Pablo II era un actor que arrastraba a la gente. A él lo iban a ver, sin embargo, a Benedicto XVI iban para escucharlo"

¿Su relación con los fieles?

Visité todas las casas. La primera vez que fui, visité una casa de planta baja, que tenía al mismo nivel las camas que las cuadras. En ese aspecto la vida en el rural también cambió. Ahora hay agua corriente en todas las casas, una lucha en la que también participé en su día.

¿Destaca más su labor social que su actuación en la propia Iglesia?

Es que había necesidad de hacerlo. Tuve que hacer de todo, incluso dirigir por dónde se había de construir un camino. Eran otros tiempos. Por aquel entonces no había dinero. La gente prefería poner dos o tres días de su trabajo que dinero porque no había.

¿Le quedó algún asunto pendiente de realizar?

Insistí mucho en la concentración parcelaria. Cuando fue Fraga por allí yo le pedí por el campo, y él le dijo al gobernador civil que se quedase allí, que aquel lugar tenía que seguir como ejemplo. Y de aquello han pasado ya 48 años.

Un lunar en su trayectoria...

Me dolió porque me daba cuenta que era lo mejor para ellos. En su día fue un tal Espinosa a dar una conferencia, pero la gente seguía en contra. Y si la gente no quiere, pues poco se puede hacer.

¿Y qué opina de su segunda etapa, su estancia en Vilalba?

Mi actividad principal era atender a los enfermos y a los ancianos. Mucha gente agradece lo que puedes hacer por ellos. Uno queda muy satisfecho.

¿Qué opinión le merece la posición actual de la Iglesia?

El Papa le está dando un aire nuevo a la Iglesia, pero también valoro la valía de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Juan Pablo II era un actor. Arrastraba a la gente y a la juventud. A mí me dijeron una vez que a Juan Pablo II la gente iba a verlo, pero a Benedicto XVI iban a escucharlo. Él tuvo la humildad suficiente para retirarse.

Después de 60 años de oficio, ¿le queda algún reto por delante?

Bueno, cuando celebré mis bodas de oro, hace ya 10 años, estaba bastante peor que ahora. Necesitaba un bastón para caminar. Ahora me siento muy bien, aunque las cosas nunca son como planeamos.

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