Inversión extranjera sin daños colaterales

los orígenes del sector conservero gallego hunden sus raíces en Francia y Cataluña. Y catalanes fueron los Dalmau y los Pastor que impulsaron la casa de banca germen de lo que llegó a ser el séptimo banco español, el Pastor. Manuel Álvarez tuvo que emigrar a Cuba antes de crear el gigante GEA, desde Vigo. Los Rubine, los consignatarios, llegaron en el XIX a Galicia desde Aragón. Y hasta la provincia de Valladolid hay que irse para encontrar la cuna de Dionisio Tejero, que tras la Primera Guerra Mundial creó el Banco de La Coruña, hoy en el BBVA.

Las razones sobre la pérdida del control de empresas por parte del capital autóctono hay que buscarlas más dentro que fuera. Y no hay que detenerse en la venta de la mayoría de Barreras a los mexicanos de Pemex, un astillero que por cierto pasó por muchas manos, incluso del extinto Instituto Nacional del Industria (INI), es decir, del Estado, y que se encuentra en suspensión de pagos. No hay que olvidar este dato.

Es cierto que la compra del 51% del accionariado de la compañía otorga el control total a la petrolera azteca, con centro de decisión muy lejos de Vigo, pero no lo es menos que las alternativas para mantener a flote Barreras eran nulas desde Galicia. Sin inversores privados más allá de la apuesta de José García Costas y sus socios, insuficiente, y con un sector público empresarial sin recursos y atrapado en miles de operaciones de avales de créditos fallidos en una pléyade de compañías (léase Igape y Xesgalicia),las opciones de mantener la viabilidad de la compañía se reducían a un golpe de suerte. Tampoco están ya las cajas, una palanca de apoyo a las empresas gallegas clave, y en su día con una estrategia muy similar a la que siguió Barrié de la Maza para financiar desde el Pastor todo lo que fue su grupo industrial (Fenosa y Astano, entre ellas). Sin cajas, hemos perdido también esa herramienta. Como la perdieron en su día, no hace mucho, la operadora R, la gestora de la Autopista del Atlántico e incluso Pescanova, actualmente en un laberinto judicial.

En esta crisis que se presume eterna, y ante la falta de un modelo productivo concreto y propio, hay que pensar más en el mantenimiento de los puestos de trabajo, más allá de los centros de decisión. Aunque cueste. El ejemplo de Citroën es recurrente, pero ¿quién se opone, por ejemplo, a que NCG sobreviva con los prometidos fondos de inversión extranjeros de José María Castellano, si finalmente llegan? ¿Dónde estará el centro de decisión en caso de que la tan prometida inversión salga adelante? En ese caso, en el de NCG, lo único que debe preocupar ya son los empleos y los depósitos de los gallegos.

Y es otra vez la falta de capital autóctono la que lleva a articular la apuesta por los fondos extranjeros en el caso de la entidad de Castellano, sin que nadie se lleve las manos a la cabeza por la nacionalidad de los inversores. Así están las cosas en Galicia, por mucho que nos pese. Azkar es ahora alemana. Y Calvo, prácticamente italiana.

En los últimos quince años, de media, Galicia no ha logrado captar ni el 1% de la inversión extranjera que ha llegado a España. Y en ese período, la aportación de recursos del exterior ha supuesto el 0,4% del PIB, frente a una media nacional del 3,1% Hay excepciones, que se cuentan por puntuales operaciones empresariales.

¿Qué hay que pedirle a un inversor extranjero? Pues compromiso. En su apuesta industrial, si es el caso; en el mantenimiento del empleo, en la reinversión de los beneficios, en una política de proveedores que riegue de recursos toda una industria auxiliar. Y, si es posible, como el caso de Citroën, que esas mismas empresas logren acompañar a la matriz en sus inversiones por medio mundo, como sucede desde Vigo.

A veces, cuando se vende una empresa de capital gallego, resulta que es para bien. No hay que preguntar muy lejos. A Manuel Jove, por ejemplo. ¿Qué sería de Fadesa si el constructor no la hubiera colocado al ambicioso de Fernando Martín un año antes del pinchazo de la burbuja? Pues que la mayor suspensión de pagos de la historia de España hubiera sido la de una empresa gallega, nada menos. A Jove, eso sí, habría que pedirle compromiso con Galicia para la reinversión de las plusvalías de aquella operación, en vez de invertir el grueso en el BBVA.

Por todo ello, ante esta crisis, una política definida de captación de inversión extranjera es bienvenida. Más si esos recursos se destinan a levantar industrias, antes que a comprar empresas. Y volviendo a Pemex, habrá que pedirle ese mismo compromiso, una apuesta definida por Barreras, recursos, un plan de negocio claro, y no sólo el mantenimiento de empleo. Más puestos de trabajo.

El precedente de Miguel Blesa

la compra ruinosa de un banco en Florida en 2008, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera, ha dado con los huesos de Miguel Blesa en Soto del Real. Con permiso de Mario Conde, se trata del primer banquero en acabar en la cárcel. ¿Será el último? Nada menos que unos noventa directivos procesados y prácticamente una decena de entidades están pendientes de los tribunales por una gestión irregular de quienes fueron sus máximos responsables, a los que se unen otros casos, como el de Novagalicia, con indemnizaciones multimillonarias para sus exdirectivos que acaban también en la Audiencia Nacional. El de Miguel Blesa en Caja Madrid fue un periplo de trece años, con una gestión que acabó en quiebra. ¿Cómo fue la gestión de José Luis Mendez, por ejemplo, en Caixa Galicia? Su salida obligada meses antes de la integración le permitió quedar al margen de las tropelías de las indemnizaciones. ¿Pero qué sucedió antes? ¿Cómo fue posible que la primera y segunda entidades gallegas, Caixa Galicia y Caixanova, llegaran a la fusión con una aparente pátina de solvencia que se reveló una milonga? ¿Cómo se entiende si no que, tras la fusión y en tres años, NCG haya requerido casi 13.300 millones de recapitalización? Es el equivalente a la cuarta parte del PIB gallego de un año. Nada menos. Y el doble que la deuda de la Xunta. ¿Hablamos de gestión? Para conocer la verdad, preguntemos a fiscales y jueces, entonces. No queda otra.

TIPOS CON INTERÉS

Manuel Fernández de Sousa ♦ Presidente y hasta tres consejeros, en manos del fiscal

Todos los focos seguirán apuntando al presidente de Pescanova, pero el fiscal abre el abanico de posibles imputaciones y echa cuentas de las acciones que vendieron otros consejeros antes de la crisis de la compañía: Alfonso Paz-Andrade, José Antonio Pérez Nievas y José Alberto Barreras, éste representado por su hija Belén. En total, unos 26 millones de euros fueron los que evitaron perder con las operaciones previas al preconcurso. Es un sálvese quien pueda, con el juez de lo Mercantil de Pontevedra sin atender ni una sola línea de las que defiende el recurso de Fernández de Sousa contra su salida de la gestión.

José María Castellano ♦ El presidente de NCG se defiende ante el Frob con resultados

A estas alturas ya nadie duda de las malas relaciones entre el Frob, su propietario, y la cúpula de Novagalicia Banco. Su presidente, José María Castellano, acaba de ver cómo la guillotina cae sobre la cabeza de su homólogo en la también nacionalizada Catalunya Caixa. Y se defiende. ¿Cómo? Pues con números. En el primer trimestre NCG presentó unos beneficios netos de 21 millones de euros. Es el único argumento que le queda a Caste, que sabe que, por mucho que digan los medios de Madrid, ya no cuenta con la misma simpatía por parte de Feijóo como cuando llegó a la presidencia de la entidad. Habrá que estar atentos.

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