Inconvenientes políticos

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CUANDO TE metes en política te pasan cosas. Buenas y malas. Sin embargo, hay que aclarar que, según aumenta la distancia a los ciudadanos, te pasan más cosas buenas que malas. Me explico. La política que hacen los eurodiputados en Bruselas da poquitos disgustos a sus protagonistas: rara vez soportarán que alguien por la calle les pare para espetarles que votó una euroorden que va contra el interés general. O por decirlo de una forma más directa: nadie sabe nada de lo que hacen. Sí, sí, no debería ser así y todos deberíamos concienciarnos de que las grandes decisiones se toman allí y todo eso, pero la realidad es muy diferente y en buena medida porque los grandes partidos no tienen ningún interés en que esto cambie.

Los siguientes del escalafón son los del Gobierno central. Ya me dirán. ¿Qué disgustos le causó a Jaime de Olano su paso por el Congreso de los Diputados? Como doy por hecho que casi nadie lo sabe, Jaime de Olano es un concejal de Viveiro que está ocupando un escaño por Lugo en la Cámara Baja en esta legislatura. Sus jefes de vez en cuando tienen que aguantar alguna manifestación convenientemente resguardada por más policías que manifestantes. Hace unos meses estaba eso de los escraches, pero es una lata andar persiguiendo gente por ahí, así que también esa moda pasó a la historia. Y fuera de eso, como mucho soportan que El Gran Wyoming haga alguna gracia a su costa. Pero él, en concreto, nada que no sea algún viaje a Madrid que en ese momento no le venía bien.

Una situación prácticamente similar viven nuestros parlamentarios en la Xunta de Galicia. Salvo alguna manifestación suelta que les toca por ahí, nada de nada. Llevan una plácida existencia que casi nunca se ve alterada, ni siquiera por El Gran Wyoming. El siguiente peldaño corresponde a los diputados provinciales. Estos son en su inmensa mayoría concejales cuyos puestos en San Marcos penden de un hilo, así que por la cuenta que les tiene de vez en cuando visitan carreteras y asociaciones de vecinos. Ahí algunos escuchan algún improperio, pero poco más.

Y llegamos a los puestos que sin duda son los más arriesgados de todos: la política local. Habrán oído mil veces que nada es más gratificante que la política local. No contradeciré yo a quien lo asegura porque nunca me dediqué a ella, pero me da que no. De todos los políticos locales retirados que conozco, el ciento por ciento se granjearon una buena cantidad de enemigos, en algunos casos enconados y de por vida. Alguna vez ando con alguno por la calle y no hay forma de dar dos pasos sin que alguien pida una farola, el arreglo de un bache o la recalificación de un solar. Se ganan collejas metafóricas con solo pasear al perro.

Pero en fin, hay algo que está muy claro: es voluntario. Una vez que te metes quedas expuesto a que hablen de ti y a que se analicen tus declaraciones y actitudes. Desde hace diez días la concejala de cultura de O Valadouro, María José Fernández, del grupo independiente Udival, está en el ojo del huracán por unas declaraciones suyas en las que nada menos que acusaba a sus socios de gobierno del PSOE de haber podido incurrir en irregularidades y anticipaba cambios en el bipartito, todo porque hubo cosas que no le gustaron del Mercado de Primavera de Ferreira, que ella no pudo organizar ni ver a causa de una operación.

El problema es que María José Fernández dejó un nulo margen a la interpretación. Sus declaraciones fueron tan tajantes que no había manera de darles la vuelta, de modo que la gente se mosqueó porque el Mercado de Primavera fue un exitazo. Tienes que tentarte un poco la ropa cuando estás en según qué sitios porque adquieres responsabilidades. Y menos aún puedes poner a parir con contundencia a quienes son tus socios de gobierno y luego descolgarte diciendo que malinterpretan tus palabras. Porque lo cierto es que no había mucho que interpretar, ya que se ocupó ella sola de dejarlo todo bien claro. Otra cosa es que luego se forme una bola de nieve con la que tal vez no contabas. En su descarga hay que decir que estaba en Barcelona y acababa de ser operada, situaciones (distancia y fragilidad) que tal vez no le dejaron percibir con claridad el alcance de sus declaraciones. Como falta un año para las elecciones municipales es probable que todo quede ahí, de modo que al menos durante unos días vimos en un sitio pequeño follones parecidos a los que se montan en Vigo, donde el resto de Galicia nos preguntamos quién gobierna y cómo es posible que la ciudad no se colapse. De modo que si Vigo no se colapsa tampoco lo hará Valadouro, pero el espectáculo fue igual de penoso.

EL GUSTO ♦ El espectáculo de la paciencia en todo su esplendor

ALFONSO VILLARES, alcalde de Cervo, puede estar más que satisfecho por el desarrollo de su Encontro de Palilleiras. Lo cierto es que realmente es un show para los no iniciados ver a la gente trabajar con esa diligencia. Recuerdan a los malabaristas: hablan contigo mientras manejan decenas de telares sin que ninguno de los demás tengamos idea de lo que están haciendo. El resultado ya es conocido en todo el mundo, así que a la vista está que las cosas trabajadas hay que pagarlas, algo que parece olvidársenos con frecuencia hoy en día. Al menos en San Cibrao, sí parecen tenerlas en cuenta.

EL DISGUSTO ♦ Juntas de seguridad a las que se pide muchísimo más

EL SUBDELEGADO del Gobierno, Ramón Carballo, es un hombre voluntarioso que se esfuerza y que recorre la provincia presidiendo las juntas locales de seguridad. La última fue en Foz. Sin embargo, se echa en falta un poquito de autocrítica de vez en cuando, porque es completamente imposible que todas acaben con exactamente el mismo resultado: los delitos descienden y todo mejora a ojos vista. En esta comarca los robos están al orden del día y no estaría de más que de vez en cuando se admitiese que no pueden controlarlo todo. Eso sería suficiente. Tampoco hace falta autoflagelarse.

(Publicado en la edición impresa el 7 de abril de 2014)

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