Iberdrola no vive del turismo

Presa de Santo Estevo. (Foto. AEP)
photo_camera Presa de Santo Estevo. (Foto. AEP)

LA COMPAÑÍA vasca Iberdrola ha sorprendido a no pocos vecinos de la Ribeira Sacra por su nulo interés en vender un antiguo poblado, construido hace más de medio siglo para los trabajadores de la central hidroeléctrica de Santo Estevo y abandonado hará unos 30 años, deseado por un inversor extranjero que disponía de un proyecto de rentabilización turística.

La empresa eléctrica no ha dado ninguna explicación para justificar la decisión de abortar la operación cuando solamente faltaban estampar las firmas en el documento de compra-venta, lo que ha soliviantado a la parte compradora y especialmente al alcalde de Pantón, José Luis Álvarez Blanco, una persona tranquila y conciliadora donde las haya que ejerció de intermediario en la operación, hoy realmente enfadada por las maneras con las que se ha manejado Iberdrola, abortando un plan muy provechoso Pantón y el resto de la Ribeira Sacra.

El regidor pantonés anunció que pedirá explicaciones, pero dudo mucho que se las ofrezcan desde Iberdrola, una compañía que piensa a lo grande y que, creo, no repará en las solicitudes que le pueda hacer llegar un alcalde de un pequeño municipio del interior de Galicia. Tendremos que esperar para saber si el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, se preocupa por este asunto. El alcalde de Pantón indicó que Feijóo, conocedor del plan turístico de ese inversor extranjero, había mostrado su entusiasmo por verlo hecho realidad.

Pero, ¿qué podemos pensar sobre lo sucedido?. Pues, que para Iberdrola 250.000 euros, precio en el que parece estaba tasado el poblado y su entorno, es calderilla y que el desarrollo turístico de la Ribeira Sacra le importa un comino.

Lo que realmente interesa a Iberdrola es que las catorce presas que tiene a lo largo del río Sil desde Ourense hasta la desembocadura en el Miño, en Os Peares, contengan la mayor cantidad de agua posible para que sus 19 centrales hidroeléctricas hagan el milagro de la transmutación. El agua se convierte en electricidad y esta, en dinero contante y sonante, y no hablamos de calderilla, ni mucho menos.

El pasado año Iberdrola generó con estas centrales 3.720 gigavatios hora, el 5,63 por ciento de la producción conseguida por la compañía a nivel nacional, una cantidad con la que se puede abastecer a la mitad de la población de Galicia. Echando cálculos, y si Iberdrola obtuvo el pasado año unos beneficios de 2.500 millones, bien se puede asegurar que el agua del río Sil le proporcionó unas ganancias de 140 millones de euros.

Hace cerca de tres años, con motivo del vaciado del embalse de Santo Estevo para ampliar la central hidroeléctrica, había escrito en este periódico un análisis sobre los intereses de Iberdrola en el río Sil y en la Ribeira Sacra. En aquel entonces aportaba una decena de claves para situar al lector y hacerle ver qué era lo que le interesaba. Pues bien, esas claves, como los mandamientos de la Iglesia, se pueden reducir a uno. En contraposición a ‘Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo’, está ‘Genera cuanta más electricidad sea posible, sin preocuparte de cómo’.

Esto viene a colación por el macroproyecto que maneja Iberdrola para ejecutar en plena Ribeira Sacra, consistente en crear un gran pantano en lo alto de los cañones del Sil, en una zona natural protegida al ser Lugar de Interés Comunitario (LIC).

Su intención es construir unas instalaciones aprovechando el agua del río Sil con una capacidad de generación de 750 megavatios, comparable a la que tiene una central nuclear de las existentes en España.

Para lograr esta elevada producción se ha previsto construir un lago artificial en lo alto de la montaña de 35 hectáreas de superficie y una central subterránea que ocupará dos cavernas. La mayor de ellas tendrá 99 metros de longitud y 49 de altura máxima, mientras que la otra será de 106 de longitud y de 13,50 de altura. Ello supondría remover 848.092 metros cúbicos de escombro en el Cañón del Sil.

Este plan han sido rechazado por colectivos ecologistas y algún partido político por su enorme impacto medioambiental, algo que, curiosamente, hasta reconoce Iberdrola, cuando habla de numerosos impactos, tales como preparar el terreno, desbrozar, talar, adecuar vías de acceso, acopiar y almacenar materiales o transportarlos, entre otros, como una alteración de la calidad del agua debido a los movimientos de tierra.

El rechazo al plan, denominado central de Santa Cristina, ha obligado a Iberdrola a replantearlo, pensando en desplazar ese lago artificial hacia tierra adentro para alejarlo del Cañón del Sil y, así, conseguir una menor afección medioambiental.

Mientras se realizan las modificaciones y, quizá, para que las aguas se calmen, que ecologistas y políticos se tranquilicen con el paso del tiempo, el presidente de la compañía energética, Ignacio Galán, anunció a mediados del pasado año, en el acto de inauguración de la ampliación de la presa de Santo Estevo, que antes de decidirse a ejecutar tal plan será preciso analizar el mercado para saber si la inversión necesaria para que esta central sea una realidad es rentable o no, pues su coste se estima en 517 millones. Ayer anunció que el proyecto se aplaza.

Rentabilidad. Hermosa palabra que pierde su sentido para todos aquellos pequeños inversores que se decidieron a montar placas fotovoltaicas y huertos solares para obtener unos pequeños beneficios. Emprendedores espoleados por el propio Gobierno central, que les aseguraba en concepto de subvenciones un buen precio para la energía que generaban.

Pero todo se vino abajo casi de la noche a la mañana, cuando nuestros gobernantes decidieron rebajar, rebajar y rebajar esos precios hasta dejarlos en unos mínimos con los que ya no resulta rentable, otra vez esta palabra, montar este tipo de instalaciones porque el margen de beneficios es pírrico.

Esto lo podemos ver en la Ribeira Sacra, donde un interesante proyecto fotovoltaico a desarrollar en el municipio de O Saviñao, en el monte de la parroquia de Seteventos, se ha ralentizado por todo lo esbozado unas líneas arriba.

Nadie duda de que este varapalo a las energías verdes es obra del oligopolio que conforman las grandes eléctricas, quienes llevan meses y meses proponiendo recortar las subvenciones para el desarrollo de las energías renovables.

La asociaciones que representan a los productores de este nuevo sector han salido en tromba acusando a los gigantes de la energía de querer mantener sus beneficios a costa de hundir este emergente sector del que, por cierto, se quedarían fuera la eólica porque, curiosamente, está en manos de ese oligopolio.

Y es que esto es parecido al cuento del hortelano, pero en este caso el perro come, y mucho, y no deja comer a nadie que no tenga su mismo collar.

(Publicado en la edición impresa de El Progreso el 29 de marzo de 2014)

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