Historiador sobre ruedas

Las motos están en el ADN del pontés Javier Gabeiras -es la tercera generación de una familia de mecánicos- y ahora serán su apuesta laboral. A sus 50 años y tras quedarse sin trabajo, abrirá esta tarde un negocio de venta online y restauración de clásicas

LLEVA LA MÉCANICA en su ADN y las motos grabadas en su historia familiar. Javier Gabeiras es la tercera generación de una familia unida laboralmente a las dos ruedas. Su abuelo materno, Germán López, abrió un taller automovilístico en la década de los 30, que después gestionó su padre, Elías Gabeiras, hasta los años 80. Y ahora es él, a sus 50 y después de quedarse en el paro, el que decidió apostar por su afición como opción laboral. Y esta tarde abrirá su propio negocio de restauración y transformación de motos clásicas, con tienda online de venta de piezas.

«Trabajaba de mecánico en una empresa de As Pontes, tuve un problema de salud y me echaron, así que me lancé con mi hobby, que me viene de muy atrás», cuenta Elías, dentro de su nuevo local, una exposición de motos antiguas decorada con estilo ‘vintage’ que hace retroceder en el tiempo al visitante que cruza su puerta, en la calle Rego do Campo.

«Siempre da un poco de vértigo abrir un negocio. Hay muchas trabas, tienes que superar mucha burocracia... Suerte que el local ya era mío, pero tuve que reformarlo y el dinero se va rápido», resume en pocas palabras meses de trabajos y esperas. «Pero para mí lo significa todo. Me crié en esto. Ando en moto desde que tengo seis años. Y siempre me gustó. Coleccionamos motos clásicas en la familia y nunca dejamos de restaurarlas, pero como afición», dice, y señala una pared llena de trofeos conseguidos en concentraciones de toda Galicia.

Para este mecánico, las motos antiguas "son arte" y conducirlas "transportarse en el tiempo"

«Las motos clásicas son arte. Es la historia de nuestro país. El primer vehículo que tuvieron nuestros padres y abuelos, después del caballo, fue la moto. Para los coches hubo que esperar», dice un historiador sobre ruedas.

«En la actualidad hay afición por la moto clásica. El gran problema es pagar -comenta con una sonrisa-, pero al que le gusta esto, lo paga. Es como el que tiene un cuadro, coleccionismo al fin y al cabo», explica Javier, mientras viaja desde 1930, con la moto más antigua que tiene en la exposición, una Norton 500, hasta las décadas de los 50, 60 y 70 a través de una Guzzi Hispania, varias Montesa, una Ossa o una MV Augusta.

«La conducción de estas motos es como transportarte en el tiempo», apunta un restaurador de libro, que defiende la importancia de aprovechar al máximo todas las piezas originales y de buscar bien las nuevas necesarias. «Internet ayuda mucho en eso», destaca.

«No es tan fácil encontrar motos clásicas ahora como hace años. Se valora más el coleccionismo y hay gente que las restaura por motivos sentimentales, porque son de familiares... El gran problema que hubo en España es que después de la Guerra Civil se cerró la frontera y no podía entrar material de fuera, por lo que todas las motos que había eran de marcas nacionales», relata.

Y añade: «Ahora hay mucho mercado de gente que las quiere, pero que busca algo distinto, único», y ahí entra su destreza a la hora de transformar una moto antigua en una pieza personalizada para cada cliente. «La gente no quiere una moto cualquiera, quiere su moto y diferenciarse del resto», explica mientras habla de un nicho de mercado en el que todavía no existe mucha competencia en Galicia.

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