Historia del cigarrillo

Alejandro Veres AUNQUE hay autores que aseguran que el tabaco era conocido por los persas y egipcios desde antes del descubrimiento de América, no existe constancia escrita del hecho. De este modo las primeras noticias del tabaco para el mundo occidental provienen de 1492, cuando Cristóbal Colón llegó a Guanahaní en el continente americano.

Sin embargo, Colón no supo lo que era el tabaco ni sus cualidades hasta que se lo mostraron los conquistadores españoles que lo acompañaban y aparece la primera referencia expresa al tabaco. Cada pueblo tenía un ritual para su consumo y podían tener connotaciones sociales, recordemos la tradición de «fumar la pipa de la paz» se ha mantenido desde tiempos remotos y los indios la consideraban símbolo de paz y amistad.

Se cree que Rodrigo de Jerez, que fue el primer español que llegó a Cuba, la plantó en Ayamonte, por lo que fue condenado por la Santa Inquisición a pasar varios años preso, ya que asumían fumar tabaco como acto diabólico y en un texto del tribunal manifiestan que «solo Satanás puede conferir al varón la facultad de expulsar humo por la boca».

Sobre 1535 Gonzalo Fernández de Oviedo habla por primera vez del uso medicinal del tabaco. El humo del tabaco calmaba el hambre y la sed, así algunos indianos podían pasarse varios días sin comida y sin bebida.

Pero fue Nicolas Monardes quien divulgó las propiedades curativas del tabaco en 1580 con una rigurosa descripción botánica con aplicaciones de las hojas «calentadas o hechas una pelotilla»; las indicaciones abarcan tanto dolores de cabeza como de estómago, muelas, heridas recientes, tiñas, etc.

En Europa el tabaco comenzó siendo sembrado como planta ornamental y sus hojas grandes y hermosas ofrecían un toque exótico a jardines y huertos. Pero aunque el tabaco en Europa tenía defensores y detractores, la aceptación del tabaco por la nobleza y la Corte de Europa influyó decisivamente Jean Nicot, embajador francés en Lisboa, quien en 1560 envió a su soberana Catalina de Medicis unas hojas de tabaco trituradas denominadas rapé, que el mismo cultivaba en su jardín de Lisboa, para alivio de las frecuentes migrañas que padecía.

La reina se convirtió en consumidora habitual y a su vez en divulgadora de las excelencias del rapé y parecía entonces que el rapé constituía un medicamento milagroso contra heridas, abscesos, sarna, herpes e incluso cáncer. Así se extendió a Italia, Alemania, Inglaterra, y el resto de las naciones europeas a pesar de que se usó más como medio de placer que como medicamento.

En la segunda mitad del siglo XVI surgen las primeras disposiciones legales por Felipe II con restricción comercial al tabaco, aunque posteriormente los gobiernos se dieron cuenta que el tabaco suponía una fuente de ingresos notable y en España se crearon los estancos en 1634.

En la segunda mitad del siglo XVII se inventó un método de tratamiento de la asfixia por ahogamiento mediante la máquina fumigadora. Consistía en un cilindro de latón abierto por los extremos, en uno de los extremos se ponía una pipa con un fuelle que contenía tabaco picado que se encendía, el otro se acoplaba a un tubo flexible que se introducía por el ano del ahogado que al bombear el humo dilataba los intestinos y por vía refleja estimulaba la ventilación; aunque eso sí, se advertía que no debía insistirse. El uso del tabaco por vía rectal continuó durante el siglo XIX mediante enemas de disolución acuosa como relajante muscular para operaciones.

Los polvos de rapé se colocaban en la tabaquera anatómica de la mano y se esnifaban porque se creía que despejaba el aparato respiratorio, limpiaba el cerebro, y eliminaba malos humores, pero sobre todo se consideraba aportaba elegancia y aire aristocrático.

El verdadero descubridor de la nicotina fue en 1828 Reimann no solo por haberla aislado sino por haber dado sus características físicas y químicas. Durante el siglo XIX se siguió utilizando el tabaco como medicamento y a su vez siguen apareciendo cada vez mas detractores de su uso. Brexler en su ‘Tabakologia medicinalis’ comenta la acción funesta del tabaco sobre vista, oído, corazón así como trastornos digestivos motivando intoxicaciones y enfermedades crónicas.

Durante el siglo XVI y XVII se consumía el tabaco molido o en forma de cigarro, el primero en clases acomodadas y el segundo en clase baja y en el siglo XVIII se extendía el consumo de rapé y polvo español. Es en el siglo XIX cuando se comienza a consumir en forma de cigarrillo.

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