Días y días de montañas crecientes de bolsas de basura y de mal olor permanente, salpicados con brevísimas treguas de recogida en las que se hacía desaparecer la mole para que en cuestión de horas se montaran los cimientos de una nueva: esa es la imagen que la mayoría de lucenses guardan de la reciente huelga de basura. Por ese motivo, las cifras que ofreció ayer el Ayuntamiento de la cantidad de desperdicios que efectivamente se retiraron de la calle parecen ciencia ficción: solo un 14% menos que en el mismo periodo del año pasado. Es decir, se acumuló en la calle, hubo días en los que en algunas zonas no se tocó una bolsa, pero se acabó retirando.
Con esos datos sobre la mesa, el concejal de medio ambiente, Luis Álvarez, reconoce que el servicio «pode estar sobredimensionado nalgún momento». Es decir, que se ha contratado más de lo que se puede necesitar realmente. Y se puede estar pagando más de lo que se precisa.
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