"Si hago un traslado me voy con la angustia de dejar el centro solo"

Tres médicos de Atención Primaria de la provincia nos dan la visión de su situación

Una protesta de médicos en el Hula en 2014, XESÚS PONTE
photo_camera Una protesta de médicos en el Hula en 2014, XESÚS PONTE

Rocío Pérez Amor lleva tres años como única médica del centro de salud de Navia de Suarna. Empezó a ejercer en Urgencias; más adelante, en el PAC y, cuando se incorporó al trabajo después de tener a su primer hijo, encadenaba contratos breves, muchos de días. Un ejemplo: doce en un mes y en cuatro ayuntamientos (O Páramo, O Courel, Pedrafita y Praza do Ferrol).

Rocío Pérez Amor. AEPTiene en Navia un cupo considerado pequeño: 992 tarjetas, con 31 huecos en su agenda que generalmente se ocupan a diario. A mayores, siempre aparece alguien más, cuatro o cinco pacientes sin cita y los recibe a todos con independencia de la urgencia. "A alguien que acaba de hacer 30 kilómetros para ir al centro no le dices que vuelva otro día", dice.

El de Navia es un caso paradigmático de eso que ocurre a menudo en la provincia: un centro que cubre poca población, pero donde el médico no da abasto. Llegó a tener tres médicos y ahora solo tiene uno. La mitad de los pacientes de la doctora Pérez Amor tienen más de 60 años y un tercio, más de 75. "Hice la residencia en el centro de A Milagrosa y había agendas de cincuenta y pico pacientes en un día. Y, sin embargo, tengo más 
agobio en Navia. No es lo mismo tener en consulta a un paciente de 30 años que a uno de 60. A este hay que revisarle la polimedicación para evitar interacciones, por ejemplo, y eso lleva tiempo. Una persona joven se desnuda enseguida, lo auscultas rápido, con un mayor tardas más. Una consulta de un paciente mayor no se resuelve en cinco minutos", resume.

Su cupo se considera pequeño, pero no da abasto. Es la única médica de una población anciana y dispersa

Admite que está acostumbrada a trabajar sola, sin otro médico, pero ve con claridad los inconvenientes. "En el traslado de un paciente al hospital tardas tres horas y me voy con la angustia de dejar el centro sin médico", reconoce. Lo mismo ocurre cuando tiene que acudir a algún domicilio en un municipio disperso como este, una tarea que ella y la enfermera hacen con medios propios.

Le encanta lo que hace y explica que es ahora, ejerciendo como médica rural, cuando realmente ha comprendido la importancia de la Primaria.

"Navia está siendo mi universidad e irá conmigo toda la vida, pero es verdad que lo pasas mal hasta que te adaptas», dice. La medicina, en un municipio así, se ejerce de una manera particular. «Tiene algo de familiar y acabas siendo más paternalista, aunque no quieras. Los pacientes te lo piden muchas veces. No quieren que solo les plantees las opciones, sino que les ayudes a elegir», apunta
 

"Con tan poco tiempo de consulta tienes miedo a equivocarte"
José Benito Pardo. EPJosé Benito Pardo ejerce en uno de los centros con los cupos más altos de Lugo, el de San Roque. Tiene adscritas cerca de 1.700 tarjetas y la mayoría de sus mañanas atiende a entre 40 y 50 pacientes. Hay jornadas en las que incluso se supera la cincuentena, como puede ocurrir durante la época de gripe que ahora empieza. Se considera que las agendas que mejor se gestionan son las que rondan los 30 pacientes, que permiten pararse más con cada uno de ellos.

El doctor Pardo tiene claro que el principal problema de su especialidad en la actualidad es el tiempo, las consultas programadas cada cinco minutos y que, al sustituir a compañeros cuyas ausencias no se cubren, alguno de los huecos incluyen hasta a tres pacientes, todos citados para la misma hora. "En cinco minutos quizás puedas hacer un parte de baja, pero no una consulta. Ese es el problema. Con tan poco tiempo, ves a la gente muy rápido y tienes más miedo a meter la pata y equivocarte", explica.

"Lo habitual es que vea a entre 40 y 50 pacientes en una mañana y, a veces, incluso supera esa cifra"

Esa sobrecarga también impide o reduce la posibilidad de hacer pruebas o cirugías menores. Cree que, muchas veces, más que un problema de medios es una cuestión de falta de tiempo porque aunque el facultativo esté en condiciones de realizar una prueba diagnóstica él mismo, quizás no tenga la disponibilidad de hacerlo sin que toda su agenda se resienta.

Lleva décadas ejerciendo y percibe igualmente otra cuestión que todos los facultativos mencionan: el aumento de labores administrativas. "No quiero ni pensar qué pasaría si tuviera que escribir a boli todo lo que escribo ahora", apunta. Pese a las largas esperas, los pacientes no se le quejan en la consulta de la tardanza. "La gente, en general, es buena. Los pacientes son comprensivos", dice. También más demandantes, se va más al médico, en general, y el doctor Pardo lo atribuye a que "la autopercepción de la salud es distinta".

Con respecto a alguna de las medidas planteadas para rebajar la carga asistencial de los médicos de Familia, como la del triaje enfermero en el grupo de pacientes que van sin cita, tiene dudas sobre su eficacia y conveniencia. Señala que la idea de que se le diga a una persona que acude al centro de salud que lo que le pasa no es urgente y que debe pedir una cita y volver otro día, en realidad, choca frontalmente con el espíritu de la Primaria, concebida como una asistencia próxima y rápida.

Al mismo tiempo, se pregunta si los pacientes asumirían esa autoridad y realmente aceptarían volver en otro momento.

 

"Paso la consulta agobiada porque sé que hay gente esperando"
Victoria Rodríguez lleva 33 años ejerciendo como médica de Familia, 30 de ellos en el centro de salud de Burela, que tiene una alta demanda asistencial. Tiene adscritas 1.738 tarjetas, un cupo que llegó a ser considerablemente más alto en el pasado. Ha bajado un poco en los últimos años por que lo tiene cerrado, ya no puede incorporar a más pacientes precisamente porque ya tenía demasiados.

Por regla general, atiende a entre 45 y 50 pacientes al día, una parte de ellos los llamados forzados, las urgencias que se ‘fuerzan’ en las agendas para ser vistos en el mismo día y sin cita. No es raro que salga de trabajar a las cuatro de la tarde. "La verdad es que trabajo nerviosa. Yo soy una persona muy tranquila, pero paso la consulta agobiada porque sé que hay gente esperando. Abres la puerta y ves la sala de espera llena y eso te afecta", explica.

Los pacientes son, como su nombre indica, pacientes. Explica que no recibe recriminaciones ni reproches en consulta por la larga espera. "Los pacientes me respetan mucho. Saben que yo estoy aquí toda la mañana, que no salgo a tomar café, que simplemente hay mucha gente y por eso hay que esperar", dice. En el día de esta entrevista, una charla breve entre un paciente y otro, lleva ya un retraso acumulado de 50 minutos.

Cree que a la Primaria le hacen falta contratos estables, que ayu den a conservar profesionales. El suyo es un centro formador de docentes a los que ve irse a otras comunidades con mejores ofertas que las que han tenido aquí hasta ahora.

"En un centro de alta demanda como el mariñano, no es raro que acabe la jornada a las cuatro de la tarde"

También reconoce un incremento exponencial de la deman da con respecto a hace años. El paciente era más reticente entonces a ir al médico. Atribuye ese aumento a que cuenta con "más información externa" que antes a través de medios y redes.

Estima que, pese a que la gente está en general más preparada, falta específicamente educación sanitaria: de qué manera gestionarse el cuidado y cómo utilizar los recursos sanitarios, cuándo es necesario ir al médico y cuándo es mejor esperar.

Sobre la posibilidad de un triaje enfermero que distinga las verdaderas urgencias de las que no lo son y que establezca prioridades entre los pacientes que acuden al centro sin cita cree que, primero, debe consensuarse con enfermería para saber si esas profesionales aceptan asumir esa labor. En caso de que así fuera cree que puede ser «una ayuda», no una solución definitiva.

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