GZ Bilingüe

El grupo de presión Galicia Bilingüe se presentó la semana pasada con un acto de precampaña en Lugo. La técnica de comunicación de la nueva asociación encaja con la Teoría del Escenario, de Guillem Martínez, en la que el escenario -esa cosa que da sentido y contextualiza el mensaje- se crea a partir de la idea que se quiere transmitir y ante una platea convencida de que el Apocalipsis está en las calles. Es decir, la presentación con público es testimonial y se hace casi exclusivamente para la prensa; como los mítines electorales. Lo que se pretende es reforzar una realidad inventada de imposición lingüística, y el que no lo ve es porque está despistado o confundido.

El escenario definido por Galicia Bilingüe es como La Guerra de los Mundos de H. G. Wells, ésa en la que los humanos están sometidos por un ejército de extraterrestres. Es la extensión del Mito de Cataluña, que es un país en el que la gente habla en un idioma u otro dependiendo de lo que quiera molestar al interlocutor. Yo sería el abducido; el que no ve ni alienígenas mandando rotular en los comercios ni le preocupa que unos marcianos laven el cerebro de nuestros hijos hablándoles en gallego. Soy el insensato de la película que acaba siendo devorado por un gusano gigante como moraleja de que el colaboracionismo se paga caro.

La naturaleza de este tipo de asociaciones no es nueva y hay que admitir una cierta evolución en el contenido. Cuando la asignatura de Lingua Galega entró en el plan de estudios de enseñanza primaria y secundaria, promovieron una objeción de conciencia por pérdida de tiempo y propaganda nacionalista en colegios e institutos. Y todo ello sin que los políticos hiciese nada para impedirlo. El movimiento actual ejerce de bilingüismo mostrando un problema donde no lo hay pero maquillándose la cara para resultar menos agresivo. Es la exploitation del escenario, que se transforma en función de la realidad que quiere modelar.

La diferencia fundamental de estos grupos de presión -que se autodenominan garantes de la ley y la Constitución pisoteada- y los partidos políticos convencionales es que no necesitan del refrendo popular para ser reafirmados en sus teorías apocalípticas. El éxito de una campaña de verano se mide en función de los correos electrónicos de apoyo recibidos, aplausos de columnistas, o notas de prensa reflejadas en los medios. Pero si después la normalidad y la realidad se empeñan en ir por otro camino, se le echa la culpa al abducido; y se espera que el gusano gigante haga su acto de presencia en el tercer acto.

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