Guía de viaje a la Galicia invisible

Antonio Reigosa intuyó hace tiempo que existe una geografía paralela a la que vemos todos los días. El escritor lucense se decidió a indagar en ella como un pionero de los que conquistaban tierras nuevas en el Renacimiento y acaba de presentar un manual para llevarnos de la mano. En la 'Guía ilustrada da Galicia invisible' (Xerais), nos muestra un centenar de estos lugares que no percibimos describiéndolos en textos breves valiéndose de 35 ilustraciones a doble página de la también luguesa Noemí López.

La aportación de la artista plástica es destacada, algo que se nota en la presentación del texto, que va precedida de un mapa general de Galicia en el que localiza cada uno de los reinos, ciudades, villas, islas, cuevas, caminos o montes que no somos capaces de ver sino con los cinco sentidos de la leyenda.

«Todos los lugares de los que se habla son leyendas sin una base real y no existen causas que expliquen por qué desaparecieron» más allá del propio mito, indica. Elemento común a todas ellas es «un cataclismo natural que acontece por una maldición de la divinidad, que es católica porque ya se había implantado la nueva religión», comenta Reigosa.

El autor añade que los mitos de esos lugares invisibles transmiten «un ideal de regeneración del mundo, por lo que estas leyendas castigan lo que no se acomoda a la forma de ver el mundo que trae la nueva religión, por lo que se provoca algo que lo haga desaparecer».

«En el caso del Medulio, yo pienso que es un mito romano para justificar la dificultad de la conquista,  porque los resistentes prefieren inmolarse a rendirse», concluye.

  • Una ciudad en los Ancares. Una de las ciudades que más llamó la atención de Antonio  Reigosa es Alcaparra dos Ancares, situada en el monte Cuíña. El nombre, aclara el autor, proviene de la urbe de Capara, que figura en el 'Códice Calixtino'. La desaparición vino motivada porque, en una desputa entre un pobre y un rico por una chica, ganó el primero y el padre de la joven no cumplió la promesa.
  • Cospeito. En el caso de Veria, la catástrofe fue consecuencia de la indiferencia de los vecinos con los viajeros. Pasó la Sagrada Familia y un zapatero lanzó un punzón contra ellos, dando en el talón del Niño Xesús, que empezó a sangrar hasta inundar la ciudad.
  • Alegrín. El pequeño arenal de Alegrín, en Suevos (O Vicedo), tiene ese topónimo porque sus habitantes eran felices y evitaban ayudar a nadie para que no le contagiaran la tristeza. Cuando llega un náufrago, que era alguien sobrenatural, lo mandan a la roca de Gaveiras, por lo que él se venga lanzando un tsunami que destruye el arenal.

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