Gloria

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Título: Gloria. Director: Sebastián Lelio. Reparto: Paulina García, Sergio Hernández, Diego Fontecilla, Fabiola Zamora, Coca Guazzini, Hugo Moraga.Sección: Oficial. Calificación: 3/4

LA PRIMERA escena de sexo explícito en ‘Gloria’ provoca una reacción en el espectador que tiene mucho que ver con el contexto en el que se proyecta el filme. Lo que sería una imagen prácticamente inédita en una sala comercial -más por la edad de los protagonistas, en sus cincuenta largos, que por la escena en sí- se convierte en un valor intrínseco de la película, en una Semana de Cine que pretende abrir el foco y buscar formas distintas de narrar; indagar en temas y personajes poco habituales, o sencillamente invisibles en el cine de multisala.

Las escenas de sexo no son lo más importante de ‘Gloria’, pero su puesta en escena da la medida del tono abiertamente sincero de la película. Sebastián Lelio, chileno que no ha conseguido estrenar en España ninguna de sus cuatro películas anteriores, acerca la cámara a la vida de una mujer madura e independiente, trabajadora y madre separada, que frecuenta bares, liga con hombres, fuma porros y sale con amigos.

No hay, aparentemente, nada inusual en la vida de Gloria que deba ser contado, pero su carácter femenino, de edad avanzada y de gustos desprejuiciados hacen que parezca una rareza en la narrativa habitual, si no es para dejar caer una lectura condescendiente bien con su soledad, bien con su desorientación sentimental.

Lelio defiende la libertad extrema de Gloria desde una normalidad poco habitual. Quiere tanto a su personaje que la salva de los momentos más humillantes -como ese despertar resacoso en una playa urbana- y muestra su desnudo con perfecta naturalidad.

El hombre -como figura paterna, como pareja o como hijo- aparecen desdibujados hasta el ridículo. El exmarido, de gesto calmado y razonable, pierde los papeles en la cena familiar que reúne a todos los personajes en torno a una mesa, una de las escenas clave de la película.

El nuevo novio, divorciado y padre de dos chicas a las que sigue manteniendo, es incapaz de desconectar el teléfono ante una llamada de su familia anterior, motivo por el que desaparece cuando menos se lo espera Gloria.

Lelio usa su película para reírse de la idea del romanticismo. La única pareja enamorada -la hija y su prometido sueco- es, por supuesto, joven, dinámica y pasional. Esa burla la hace expresa en una declaración de amor escrita por el chico.

Un texto hueco y lleno de metáforas que, frente el desprecio de los hombres de la mesa, hacen llorar a Gloria.

Lelio defiende la libertad extrema de Gloria desde una nomalidad poco habitual. Quiere tanto a su personaje que la salva de los momentos más humillantes

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