Garbo también camela a Lugo

Hervera y De Cora, antes de la proyección
photo_camera Hervera y De Cora, antes de la proyección

Muy emocionada, rodeada de familia y amigos, la periodista y guionista lucense María Hervera presentó ayer en Lugo, dentro del programa de la Semana Internacional de Cine de Autor, 'Garbo, el espía', un documental que relata la vida del 'James Bond' español más famoso de todos los tiempos y cuyas estrategias como agente doble —en el lado nazi y en el de los Aliados— hicieron posible el desembarco de Normandía, que marcaría el principio del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Hervera también estuvo acompañada en el acto por el director general de El Progreso, José de Cora, quien ha abordado en 'Hitler, Garbo y... Araceli' el mismo personaje, pero centrándose en su esposa, la lucense Araceli González Carballo, cuya importancia en la trayectoria y éxito en las aventuras del espía fue fundamental.

Hervera no ocultaba ayer sus nervios por el estreno de la película en Lugo, dentro de una Semana de Cine, «que era mi preferida del año», aseguró. «Después incluso pude ver todas las películas cuando hice prácticas en El Progreso; fue genial», recordó.

Reconocimiento
'Garbo, el espía' ha cosechado premios como el 'Goya' al mejor documental o el premio al mejor guión de largometraje en los Premios Gaudí catalanes. «Estoy muy satisfecha porque ha tenido una acogida fantástica en toda España, aunque aquí en Galicia aún no se haya estrenado».

La idea de recrear la vida de Juan Pujol surge en la niñez de María y a través, precisamente, de Araceli González. «Vivíamos en la Praza da Soidade y mi abuela tenía una tienda. Recuerdo verla al venir del colegio. Era una mujer muy atractiva, llamaba la atención, había pulido su cerrado carácter gallego y se notaba que tenía mundo».

Con las confidencias de su abuela y su madre, María descubrió después que esa lucense que destacaba por su elegancia y sus sombreros había estado casada con un espía.

Pero tuvieron que pasar 40 años, hasta 1984, cuando se descubrió que Juan Pujol seguía vivo —que no había muerto en Ángola—, cuando la guionista comenzó a investigar. «Fue una noticia fascinante», dice.

Juan Pujol, nacido en Barcelona en 1912, era propietario de una granja de aves y conserje de hotel. Araceli González (Lugo, 1914), pertenecía a una familia acomodada de la capital. Durante la Guerra Civil trabajó en el Hospital de Santa María, pero su deseo era el de salir de Lugo y conocer mundo. Su padre le consiguió un puesto en Burgos como secretaria del gobernador del Banco de España.

Corría el año 1939 y en febrero conoció a un joven oficial llamado Juan Pujol. El flechazo fue inmediato y juntos comenzaron una delirante aventura de espías, con el deseo de contribuir a la historia y al bien de la humanidad.

Sin embargo, Hervera siempre ha dudado de que estas motivaciones fueran reales. «No es tanto que fueran idealistas, sino que no querían pasar por esta vida de forma anónima», opina.

«Es una auténtica locura. En qué cabeza cabe hacer algo así, sin ser profesionales, sin tener experiencia. En el documental hay una entrevista con un psiquiatra que no conocía el caso y se queda loco —se ríe—». «Y concluye: qué gran mentira, pero qué sublime».

«Un gran narrador»
Pujol trabajó como agente doble para el Tercer Reich y para los servicios secretos británicos del MI5. Llegó a inventarse que tenía 27 agentes a su cargo, e hizo creer a los nazis que vivía en Inglaterra cuando lo hacía en Lisboa, entre otras peripecias. Pero su gran actuación, así como la de Araceli, y su capacidad para mentir y narrar —«era un gran narrador», sentencia Hervera— hicieron que el camino emprendido llegara a buen puerto. Y tanto, pues consiguió engañar al régimen de Hitler sobre el desembarco de Normandía, que él ubicó en Calais, a 250 kilómetros.

«Tuvo el arrojo de meterse a espía, suerte de que no le pillasen y el don de contar historias, de saber mentir de tal manera que la mentira se convertía en una realidad aplastante», resume la guionista lucense.

José de Cora también alude al talento y coraje de este singular matrimonio para tomar una decisión vital de tal magnitud y conseguir un éxito «tan tremendo. De hecho pasaron indemnes por todo, lo que no les pasó a otros agentes, que murieron al ser descubiertos».

A juicio de Hervera, la cinta de Cora puede servir como complemento de 'Garbo, el espía', en el sentido de rescatar la figura de Araceli, que en su trabajo sólo aparece mencionada, «algo que me dio mucha pena, porque yo conocía la historia, aunque no fue decisión mía».

Para De Cora, aún queda mucho por explorar en la figura de Araceli González, pues cree que incluso cuando terminó la guerra y se instaló en Madrid —tras divorciarse de Pujol, que se marchó a Venezuela—, ella seguía espiando, además de ser galerista y relacionarse con lo más granado de la sociedad. «Sin duda, en este caso es cierto que detrás de un gran hombre estaba una gran mujer».

  • Una vida doble en todos los sentidos. Un nutrido grupo de lucenses no quisieron perderse ayer, en el auditorio municipal, la historia de esta pareja de inexpertos que se encumbraron como dos de los espías más famosos de la historia.
  • Medallas de un bando y otro. Pujol tuvo tanta suerte que recibió la Cruz de Hierro del Tercer Reich y la Orden del Imperio Británico. Hasta doble fue su vida sentimental.
  • Separación. Tras la Segunda Guerra Mundial, el matrimonio volvió a Lugo, pero se sentían perseguidos por las autoridades y emigraron a Venezuela, un país al que Araceli nunca se acostumbró. Ella regresó a España, concretamente a Madrid, y se casó con el americano Edward Kreisler. Pujol, que fingió su muerte, también rehizo su vida y formó otra familia. Ambas se conocieron en 1984, cuatro años antes de que Pujol falleciese: todo un culebrón.

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