Galicia y el dinero negro

DE POCO SE les podrá acusar. A lo sumo, de hacer bien su trabajo y de arremeter de vez en cuando contra el ministro de turno. Son los técnicos de Hacienda, cuyos análisis representan el único contrapunto serio a las versiones oficiales sobre el alcance de la lucha contra la economía sumergida. Y hay que subrayar eso de único contrapunto, que para nada es metafórico, por el simple hecho de que ningún gobierno de este país ha realizado o encargado nunca un estudio, propio o ajeno e independiente, sobre esa otra crisis sistémica en que se ha convertido el fraude.

Y pese al balance de la actuación en su primer año de vida de la Axencia Tributaria de Galicia, cuya puesta en marcha es de agradecer, todavía son muchas las sombras que se proyectan sobre una economía que sigue, por recurrir al símil futbolístico, en puestos nacionales de clasificación europea, sin llegar al «top» de la Champions. El dinero negro en Galicia representa el 25,5% del Producto Interior Bruto (PIB), ligeramente por encima de una media nacional del 24,6% que se ha disparado de forma alarmante durante esta crisis tan larga.

Esos 153 millones de euros en impuestos no declarados que hizo emerger el organismo dependiente de la Consellería de Facenda el año pasado, que se concentran de forma abrumadora en tributos declarados de manera incorrecta, y sobre todo en impuestos como el de Sucesiones y Transmisiones Patrimoniales, marcan un línea, es cierto, pero en ningún caso debe ser la de la autocomplacencia. La senda iniciada nos llevará por veredas angostas, muy oscuras. que tienen en la economía sumergida una arquitectura propia, diseñada por manuales recurrentes que son de aplicación generalizada en toda España. Y Galicia no es una excepción. Ni mucho menos.

Al estudio de los técnicos de Hacienda se acaba de sumar otro de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), que concluye que el fraude en los grandes impuestos del sistema español (IRPF, Sociedades e IVA) rebasaría los 40.000 millones de euros, de los cuales la mitad se los lleva el de la Renta. Solo ese importe representa entre el 3,5 y el 4% del PIB de un año como el 2008. Casi dos tercios de los 65.000 millones de euros a los que el pasado ejercicio ascendía el déficit público. Volviendo al análisis de los técnicos de Hacienda, la tasa de economía sumergida en España, ese 24,6% en 2012, supone que 253.000 millones escapan al control del fisco. Este porcentaje representa un alza de 6,8 puntos desde que se inició la crisis, cuando estaba en el 17,8%. Durante la recesión, la economía sumergida ha engordado en 60.000 millones, a razón de casi 15.000 millones anuales entre 2008 y 2012. ¿Y en Galicia? ¿Qué ha pasado?

Desbrozando el estudio, nos topamos con que la comunidad gallega se encontraba, en un año como 1990, en tasas del 14,3%, que se dispararon hasta el 30% tres años más tarde, coincidiendo con la última crisis anterior a esta ya denominada gran recesión. El peso de la economía en «B» descendía según pasaban los años y se situaba en los albores del nuevo siglo en parámetros del 20%.

Frente a un período de relativo sosiego defraudador, al calor de la bonanza económica, llegó el 2008 y el peso de la economía sumergida en el PIB se volvió a disparar, concentrándose relativamente en las provincias del interior. En ese sentido, Ourense, según el estudio, se lleva la palma. Entre los años 2000 y 2012, la economía sumergida en la provincia ourensana se encontraba, junto a Ávila, Albacete y Toledo, entre las cuatro con mayor peso relativo de su PIB.

La relación con el paro y el «crash» inmobiliario es indiscutible. Ahí están, en lo más alto del «top», comunidades como Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha. Y se trata de una economía paralela que no solo tiene que ver con el fraude fiscal, sino con la Seguridad Social y las cotizaciones, sin que lleguen a ser sistemas como el de módulos las peores referencias.

Siempre habrá distorsiones a la hora de ponderar una economía en la sombra. Un análisis fechado en 2012 por encargo de Visa Europa la cifraba en el 19,2% del PIB, concentrada en construcción, restauración y comercio al por menor. La patronal española considera que el fraude aumentó por la subida de impuestos. Los técnicos de Hacienda confirman tal acusación y apuntan, sobre todo, a impuestos indirectos como el IVA y directos como el de Sociedades.

Y, dándole la vuelta a la tortilla de la crisis, es precisametne el dinero negro, junto a soportes como el colchón familiar, los subsidios estatales y la labor de las ONG, lo que permite librarnos en este país de un auténtico estallido social. Por desgracia, España y el fraude tienen demasiado en común.

Objetivo 2015: gastar más y mucho mejor

CUANDO tuvo que arrimar el hombro y poner dinero encima de la mesa para contribuir desde el sector privado a la recuperación de la costa tras la catástrofe del Prestige, la dueña de la aseguradora Ocaso fue más que explícita. Isabel Castelo, una de las damas del dinero en Galicia y a la vez una perfecta desconocida, participó en la extinta Fundación Arao junto a su hija y dejó claro que su ayuda sería finalista; es decir, que los fondos aportados se destinarían a objetivos específicos. Nada de sacos rotos ni ojos vendados, porque a la vez advirtió que haría un particular seguimiento a la ejecución de los proyectos. Lejos de una malentendida racanería, Isabel Castelo aplicó lo que muchos empresarios cuando manejan un presupuesto. Y, ahora, la Xunta, con la elaboración de los presupuestos gallegos para 2015, habla de «un proyecto de gasto relacionado con un objetivo específico que irá acompañado de indicadores para determinar su grado de cumplimiento».¿A qué suena todo esto? Aunque semeje una novedad, y la consellería del ramo así lo exponga, ese tipo de actuación pública debería regir todo principio presupuestario. Es de sentido común en el mundo empresarial, y debería serlo siempre también cuando se manejan los recursos de todos.

Gastar más, mucho más, y mejor, debe ser el objetivo a la hora de preparar las cuentas de 2015. Dos motivos llevan a ello. Por un lado, Galicia ya se ha apretado el cinturón del control del déficit, poco menos que siendo campeona de la austeridad. Y, de otro, de aquí a final de año el viento soplará mucho más favorable en términos «macro». Al menos, eso es lo que nos cuentan a diario.

EMILIO PÉREZ NIETO ♦ La empresa familiar pide reformas e impuestos justos

NO suele cortarse el presidente de la Asociación Gallega de la Empresa Familiar. Emilio Pérez Nieto (Ourense, 1942) está curtido en mil frentes y cuenta con el respaldo de un grupo de empresas que son sinónimo de compromiso con Galicia. De hecho, la patronal de las empresas familiares, que aglutina a 52 grupos que aportan nada menos que el 16,5% del PIB gallego y casi 50.000 trabajadores, es algo más que un lobby al uso que se une para reclamar una fiscalidad ventajosa. Pérez Nieto, que presidió esta semana la asamblea anual de la institución, habla de «reformas insuficientes», de «demasiada burocracia» y de «impuestos más justos que contribuyan a generar riqueza, no solo como un mero instrumento recaudatorio». Sus palabras suenan a cierta valentía en un momento más que necesario, y su discurso representa no solo el de la empresa familiar, sino el de muchos otros grupos gallegos que son ejemplo a seguir.

YAGO MÉNDEZ PASCUAL ♦ Un duro fin de etapa en Amper tras la salida de Pescanova

UN singular alto en el camino para uno de los dos hijos de José Luis Méndez, el ex de Caixa Galicia,que estaba embarcado en aventuras empresariales tras abandonar por la puerta de atrás la caja que hizo grande primero, y después quebró, su padre desde una dirección general pilotada con mano de hierro. Es Yago Méndez Pascual,que dejó hace una semana el consejo de administración de Pescanova, tras una inexplicable supervivencia y cambio de cromos y apoyos en función de quién estuviera al timón. Ahora deja su puesto como consejero delegado de Amper, cargo al que había accedido por obra y gracia de Enrique Bañuelos, uno de los nombros propios del crash inmobiliario al que su padre financió. Méndez Pascual sale de la primera línea de la firma tecnológica tras admitir en la junta de accionistas la quiebra técnica del grupo. Una joya, vamos.

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