Galicia cambia el calendario

Pepe Blanco y Alberto Núñez Feijóo están encantados con el acuerdo que alcanzaron el miércoles para fijar plazos más realistas para la puesta en servicio del AVE de conexión entre Galicia y la Meseta. En cambio, quien no está tan satisfecho es el secretario general de los socialistas gallegos, Pachi Vázquez, quien entendía innecesario que el Gobierno y la Xunta firmasen un compromiso por escrito.

Para Pachi, lo ideal habría sido que Blanco simplemente le comunicase a Feijóo la nueva programación de las obras ferroviarias en Galicia. Se trataría de transmitir la idea de que, una vez pasada la etapa de Magdalena Álvarez y con el lucense en el ministerio, el Gobierno socialista asume un firme compromiso con Galicia, sin que el presidente de la Xunta se pudiese apuntar ningún tanto.

Sin embargo, Blanco necesitaba involucrar a la Xunta, para hacerle partícipe del nuevo calendario que tiene su referencia a finales del 2015, lo que es lo mismo que decir 2016. Y Feijóo quería comprometer al ministro lucense y, sobre todo, aparecer como el artífice de haber encauzado unas obras embarrancadas en una sucesión de engaños, desde el Plan Galicia de Álvarez Cascos hasta el PEIT de Magdalena Álvarez.

Aunque siga existiendo incertidumbre, por la grave recesión económica y la finalización de las ayudas europeas en 2013, los nuevos compromisos son más creíbles que todos los anteriores. Y constituyen una operación política de gran calado, porque involucra a los dos actores principales de la política gallega actual, al presidente de la Xunta y a la “persona de referencia del PSOE en Galicia”, en palabras de Feijóo.

La amable actitud de Blanco con Feijóo muestra que considera que el líder del PP tiene cuerda para rato y que, tras su sorprendente victoria electoral de marzo, disfruta de un momento dulce, en el que la confrontación directa resultaría contraproducente. En este sentido, hay señales que indican que el interés del ministro lucense de cara a un posible desembarco en Galicia para la próxima legislatura se habría enfriado. A sus 47 años, a Blanco se le ve realizado al frente del ministerio. Y dispone de margen para pensar a más largo plazo, en ese horizonte del 2016.

La historia del hipotético desembarco de Blanco es ya muy extensa, como sucedió con el de Fraga, del que se comenzó a hablar en 1981, y el de Rajoy, que no se ha llegado a producir. Para saber qué va a ser de Blanco, habría qué conocer el futuro de Zapatero y eso, ahora mismo, resulta imposible.

El pacto entre Feijóo y Blanco desarma a Pachi
Pachi Vázquez no le ha concedido a Feijóo ni 100 días de gracia al frente de la Xunta, pero en cambio Blanco y Zapatero han permitido al popular, en ese mismo período inicial, ponerse a la altura de Fraga, quien en su primer mandato firmó con el Gobierno de Felipe González el convenio de las autovías entre Galicia y la Meseta.

De este modo, la importancia del pacto entre la Xunta y Fomento va más allá de las infraestructuras, ya que deja en vía muerta al secretario general del PSOE gallego y jefe de la oposición en Galicia. Los intentos de Pachi por evitar que hubiera un acuerdo por escrito no cuajaron. En la Xunta lo atribuyen a la determinación de Feijóo por suscribir un convenio. Sin embargo, ya hace tiempo que Blanco trabaja con esa idea.

El acuerdo entre Blanco y Feijóo ha recibido grandes alabanzas de Paco Vázquez, defensor del entendimiento entre PSOE y PP. También cuenta con el aval de los dirigentes del partido en Galicia más próximos al ministro lucense, mientras aumenta el profundo malestar del touriñismo. En el entorno del ex presidente denuncian que desde Madrid se está dinamitando el perfil de un PSdeG autónomo y plenamente comprometido con Galicia. Sin embargo, ese proyecto, surgido en el congreso de Ourense de 1998, fue sacrificado por el propio Touriño cuando apostó por el “cesarismo” y el culto a su personalidad en detrimento del partido.

En el PSOE se percibe la apuesta por rentabilizar políticamente la gestión del Gobierno en Galicia, misión encomendada a Antón Louro en la Delegación del Gobierno. Por su parte, Pachi tiene que definir todavía su espacio. En su entorno aseguran que después del verano seguirá una línea menos agresiva.

BNG: La reaparición de Anxo Quintana
Tras un período de convalecencia, Quintana intenta resituarse desde su retiro dorado de la Mesa del Parlamento. Esta semana ya intervino en una comisión e intensificó su presencia como columnista en algunos medios, mientras prepara el lanzamiento de su fundación. Es previsible que su entorno vuelva a la carga pidiendo su regreso al frente del BNG.

Para ello Quintana tiene ahora un paradójico aliado, la UPG, por la pobre impresión que da la nueva dirección. Pero la imagen de Quintana es muy mala. Lo acaba de decir el CIS. Su valoración pasó del 4,6 de 2005 al 3,4.

Lengua: Nueva correlación de fuerzas en el PP
En el PP gallego se escuchan en privado voces críticas con la política lingüística que sigue Feijóo. Echan en falta gestos a favor del gallego, que sirviesen para compensar la deriva a favor del castellano.

Sin embargo, no se ve a nadie dispuesto a plantar cara. Ha habido varios debates en el grupo parlamentario, en los que se ha notado un cambio en la correlación de fuerzas respecto a la anterior legislatura. Ahora son más los que defienden la postura de Galicia Bilingüe. López Chaves ya no está solo.

Financiación: Chaves se adelanta a Salgado
En la Xunta están sorprendidos con la iniciativa del vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, de visitar a Feijóo el martes, en la víspera de que el presidente gallego se reúna con la vicepresidenta segunda, Elena Salgado. Se supone que Chaves se ocupa de la parte política de la negociación de la financiación y Salgado, de la técnica.

Sin embargo, puede existir cierta competencia entre ambos, sobre todo porque Chaves trata de asumir protagonismo en pleno escándalo por los contratos a su hija.

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